Entrada de blog por Paloma Nuche - 04-08-2018


La costa andaluza, donde la naturaleza y la cultura caminan de la mano

Cádiz, la ciudad de mis orígenes, la ciudad que vio nacer a mi padre, la ciudad de mis veranos de la infancia. Aquí estamos, a bordo del buque MY Esperanza de Greenpeace, para hacer de altavoz y luchar por la protección de los valiosos ecosistemas que alberga toda la costa andaluza.

Una luz cegadora, el verde de los pinares, cadenas de dunas en playas infinitas, marismas que son el hogar de multitud de especies de aves, y un mar bravo estupendo para practicar diferentes deportes acuáticos. Así es la costa andaluza. Andalucía, con casi mil kilómetros de costa es enormemente diversa, abarca dos mares, cinco provincias y entornos naturales de gran valor, como Doñana, Cabo de Gata, los Alcornocales, las marismas del Odiel, y un larguísimo etcétera.

La enorme diversidad de ecosistemas de la costa andaluza proporciona numerosos bienes y servicios ambientales que son además la base para los usos tradicionales que aún siguen vivos, que la definen y que no podemos perder. El aprovechamiento de los esteros y las salinas, los viñedos con denominación de origen famosos en el mundo entero y los alcornoques de los que se extrae corcho son recursos renovables, son un regalo de la naturaleza. Esta costa también nos ofrece usos culturales, como las carreras de caballos de San Lucar de Barrameda. Todos estos bienes y servicios ambientales que proporcionan los ecosistemas costeros son los embajadores de Andalucía, nuestro patrimonio más valioso. Por ello tenemos el deber de conservarlo.

Sin embargo, la costa andaluza, que acoge a una gran población residente y turista, sufre una gran presión humana que está mermando los bienes y servicios ambientales que nos proporcionan los ecosistemas costeros de manera gratuita, según arrojan los datos de nuestro informe “A Toda Costa”.

Andalucía es la tercera comunidad autónoma en el ranking de destrucción costera debido a la urbanización, con un 15,4% de superficie costera urbanizada, después de Cataluña y la Comunidad Valenciana. Dentro de Andalucía, la provincia más urbanizada es Málaga, con un 22,5%, y le sigue Cádiz, con un 15,4%.

La urbanización masiva de la costa está destruyendo los ecosistemas y por tanto perdemos los bienes y servicios ambientales. Andalucía pierde cultivos y pastizales, es decir, disminuye la seguridad alimentaria, se pierden salinas, las salinas de Barbate y Conil son las que más pierden, se pierden hábitats naturales, por ejemplo los sabinares sobre dunas en el entorno de Tarifa, catalogados como hábitat prioritario según una Directiva Europea, están mermados por la urbanización. Se pierden playas naturales y sin urbanizar por la expansión del cemento. El manto vegetal también se reduce, la pérdida de bosques y matorrales hace que disminuya la capacidad de generación de lluvias, la capacidad de amortiguación de inundaciones y aumenta el riesgo de erosión del suelo. En un contexto cambio climático, con sequías extremas y tormentas cada vez más agresivas, esta situación nos deja desprotegidos.

Por ello, desde el barco Esperanza queremos alzar la voz y demandamos a las administraciones que pongan en valor este valioso patrimonio natural base de actividades productivas. Queremos que la conservación de ecosistemas sea el medio para la transición ecológica y para el desarrollo económico de esta valiosa región.

Paloma Nuche - autor del blog.
Paloma Nuche
Doctora en Ecología (IPE-CSIC), Máster de Ecología y Gestión de la Biodiversiad (CREAF-UAB), Licenciada en Biología (UAM). Responsable de la campaña de Costas de Greenpeace España. Twitter @PalomaNucheGal
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