Mi viaje hacia una vida sin plásticos
Todos los días elegimos y tomamos decisiones. Desde el qué me pongo, al qué como y el si decido correr a coger ese metro o me espero al siguiente. Y todas estas elecciones marcan nuestro día a día, nuestro modo de vida, y el legado que dejamos detrás. Y yo he decidido que quiero ser yo quien elija mi forma de llevar el día a día y disminuir la huella que dejo en el planeta. Por ejemplo, con el plástico de un solo uso. Cada año llegan a los océanos hasta 12 millones de toneladas de plástico (o lo que es lo mismo, 1200 veces el peso de la Torre Eiffel). Plástico que permanece años y que incluso los objetos más grandes acaban rompiéndose en trozos pequeños y hasta microscópicos que alimentan a la fauna marina. Una auténtica sopa de plásticos en el mar.
Pero no nos vamos a engañar, no es fácil. Si te pones a mirar detenidamente todo el plástico que te rodea diariamente, sobre todo en envases de alimentos, parece imposible desengancharse del plástico. Plantearse, de un día para otro, descartarlo al 100% es una tarea casi imposible, y no por falta de voluntad sino por falta de alternativas. Pero se puede si se va paso a paso. Por ejemplo, yo empecé con la botella rellenable. Suelo beber agua todo el día, y cuando recojo a los niños del colegio les llevo la merienda y obviamente también beben. Así que hace ya más de un año me compré una botella rellenable y ya se ha hecho un imprescindible en cualquier salida de casa. La relleno en fuentes, baños públicos y hemos dicho adiós a las botellas de agua de plástico. Cero.
Dato: tiempo de degradación de una botella de plástico, unos 500 años. Sí, una locura
Otro paso que ya estaba interiorizado es el de las bolsas de plástico. Tienen un tiempo medio de uso de 15 minutos, y luego pueden permanecer en el ambiente más de 50 años. Así que no se nos ocurre salir a comprar sin la bolsa de rafia, tela o recientemente hemos recuperado el carrito de la compra, que permite llevar cosas pesadas sin dislocarse los brazos. Y en los comercios donde me la ofrecen, por ejemplo una farmacia, digo “no gracias” y meto lo que haya comprado en el bolso o mochila. O compro en la frutería del barrio donde no me miran con cara rara cuando mezclo todas las frutas y verduras en la misma bolsa, sin meterlas en bolsas de plástico individuales. No las he reducido al 100%, alguna vez me ha pillado sin nada y he tenido que aceptarla o comprar la fruta en una gran superficie, pero diría que en un 95%.
El paso en el que estamos avanzando en casa ahora es con las dichosas bandejas de poliespan, que se han extendido como una plaga y ya no solo están disponibles en productos listos para llevar en el super, sino que cuando compras al corte en la carnicería, charcutería o pescadería también te la cuelan. Ahí un simple “no gracias, prefiero el papel” me está funcionando bastante bien. Y excepto absoluta necesidad, evito las bandejas ya preparadas. Por cierto, ¿sabías que estas bandejas son difíciles de reciclar y terminan en su mayoría incineradas o enterradas en vertederos?
Y por terminar con otro ejemplo de mi viaje hacia una vida sin plástico entramos en las pajitas, cubiertos, platos y vasos de plástico. No se usan en las celebraciones en casa, punto. Es tan fácil como eso. Y si implica salida al campo nos llevamos botellas rellenables, platos de bambú, que son ligeros y se limpian fácil e incluso a veces comemos en plan manada todos juntos la ensalada de pasta directamente del tuper (de cristal o aluminio) y tan felices.
Igual con las pajitas, en casa nunca las usamos ¿por qué tenemos entonces que bebernos un refresco o similar fuera de casa con pajita? De nuevo el “no gracias” y rechazarla, está interiorizado. Y esto incluye los envases individuales de zumos y batidos para las meriendas. Se que son muy prácticos, pero dejamos el zumo y la leche con cacao para hacer en casa, y tomamos fruta y otras cosas no envasadas para la merienda en el parque. Es posible, palabra de madre y padre 🙂
Y así vamos, paso a paso, ganando batallas y desintoxicándonos del plástico. Mi próximo reto, ¡los envases de yogures! Se que me queda mucho por hacer pero me animo y me inspiro viendo lo que está haciendo gente por todo el mundo para librarse del plástico de un solo uso. Es toda una terapia de grupo.
Aunque no podría terminar este relato sin lanzar un grito a las administraciones públicas. Este movimiento lo está liderando la ciudadanía, cada persona que se suma con sus actos individuales. Pero hay puntos muertos en los que la falta de alternativas te bloquean el paso. Si las administraciones no se suman y apoyan y promueven la reducción del uso del plástico y promueven la reutilización, no llegaremos a tener un cambio sistémico. Y por supuesto, las empresas que nos inundan con sus envases no darán pasos ambiciosos sin un empuje detrás. Desde Greenpeace estamos trabajando para que esto último, los cambios políticos y empresariales, sean una realidad.
Mientras, te propongo un reto. Elige un artículo o producto de plástico y dile adiós. Da igual si son las pajitas, la botella de agua, las bolsas, el cepillo de dientes… y dile hola a la botella rellenable, la bolsa de tela o el carrito, el cepillo de bambú. Da el primer paso y ¡súmate a vivir sin plásticos!