Entrada de blog por Javi Raboso - 01-06-2021


La crisis de los cayucos empieza en las costas de África occidental

El cayuco es una embarcación artesanal estrecha y de fondo plano, empleada para la pesca artesanal en todo el occidente africano. Dependiendo del país, del gusto del armador o de sus capacidades, tienen unos colores u otros, son más grandes o más pequeños. Con toda su diversidad, forman una parte imprescindible del paisaje de las costas de Senegal, Gambia o Mauritania. Y son, o solían ser, un símbolo de prosperidad. 

La primera vez que visité el agitado puerto pesquero de Tanji, en la costa gambiana, me senté a observar las decenas de cayucos que llegaban de faenar al atardecer, atracando a pocos metros de la playa. Los pescadores pasaban cubos llenos de pescado fresco a jóvenes porteadores y porteadoras que se acercaban a las barcas y lo transportaban a la lonja situada en la propia arena, mientras una retahíla de niños correteaba detrás, haciendo competencia a las gaviotas, a la captura de los peces que iban cayendo de los cubos rebosantes que llevaban sobre sus cabezas. Al llegar a los puestos, lo vendían a los minoristas o lo entregaban a las procesadoras, todas mujeres, que los ahumaban para venderlos posteriormente en mercados locales. 

Pero desde hace unos años esta fotografía ha ido perdiendo su vitalidad y vaciándose de contenido. La situación ha empeorado para todos los protagonistas de aquella escena y para los millones de personas que dependen cada día de la otrora boyante industria pesquera artesanal para desempeñar su propia actividad comercial o para alimentar a sus familias. Los cayucos regresan ahora con las redes prácticamente vacías, después de travesías mucho más largas mar adentro. De hecho, muchos ya no salen del amarre porque ni siquiera compensa el coste de salir a faenar.

 

Fatou Samba, ahumadora de pescado y activista en Bargny, una comunidad pesquera en las afueras de Dakar.

 

El daño de las harinas y aceite de pescado

El boom del comercio mundial de harinas y aceite de pescado ha roto el bullicioso equilibrio que daba vida a toda la costa de África occidental. Los pescadores artesanales ya no encuentran apenas los pequeños peces pelágicos que conformaban la base de la economía y la dieta en la región, porque son capturados por los grandes buques que operan en la zona o acaban en las fábricas de corporaciones europeas y asiáticas que se han multiplicado en la línea de la costa en los últimos años. Del mismo modo, las mujeres procesadoras ven mermados sustancialmente sus ingresos, ya que su trabajo depende directamente del pescado que llega a la costa. 

Cada año, las empresas europeas contribuyen a un trágico desvío de pescado fresco esencial para mantener la seguridad alimentaria de más de 33 millones de personas en la región de África Occidental. Esta es la conclusión de un nuevo informe de Greenpeace Africa y la Fundación Changing Markets, titulado Alimentando al monstruo: Cómo las industrias europeas de acuicultura y alimentación animal están robando alimentos a las comunidades de África Occidental. El informe revela cómo más de medio millón de toneladas de pequeños peces pelágicos se extraen cada año a lo largo de la costa de África occidental y se convierten en piensos para la acuicultura y la ganadería, suplementos dietéticos, cosméticos y productos alimenticios para mascotas fuera del continente africano. 

La industria de harinas y aceite de pescado ha sufrido un crecimiento vertiginoso en los últimos años y ya se nutre de pescado apto para el consumo humano, arrebatando un recurso capital para las economías de la región. Es sencillamente demoledor pensar que se está quitando de la boca el pescado a millones de personas para ponerlo en la de peces de piscifactoría que acaban en los lineales de nuestros supermercados. Esta industria, así como los gobiernos que la apoyan y las empresas que se sirven de ella en sus cadenas de suministro, están privando a las poblaciones locales de su medio de vida y de su principal fuente de proteínas, atentando así contra su soberanía alimentaria. 

El pequero «Dirk Diederik», con bandera de Países Bajos, pescando en aguas mauritanas, a  30 millas de la costa. Es un ejemplo de los barcos superindustriales europeos que esquilman las pesquerías de la zona, amenazando la seguridad alimentaria de la población local.

La situación económica de estas comunidades se ha deteriorado notablemente por el impacto de la pandemia en las economías de la región. Sin embargo, la insaciable voracidad de la pesca industrial no ha cesado, y mientras la población se encontraba confinada, sus aguas permanecían abiertas al saqueo. De esta forma, cada vez más pescadores y jóvenes se echan al mar en los mismos cayucos con los que se ganaban la vida, en busca de nuevas oportunidades, incluso si esto significa emprender una ruta sumamente arriesgada.

‘Barcelona o muerte’

Detrás de la reactivación de la ruta migratoria hacia las islas Canarias se encuentran muchas situaciones diferentes y muchos motivos, como la inestabilidad política en el Sahel, el bloqueo de otras rutas menos arriesgadas y, en gran medida, el impacto de la pandemia en la economía de todo el continente. Pero sin duda, la dramática situación del sector de la pesca artesanal en Senegal, Gambia y Mauritania, derivada del expolio de sus aguas, ha contribuido a engrosar las cifras de la que hoy es la ruta migratoria más mortífera del planeta, haciendo valer la conocida expresión en wolof Barça ou barzakh, un tenebroso juego de palabras que hace referencia a dos de los posibles destinos cuando parten: “Barcelona o muerte”.

Por ello, una parte de la crisis de los cayucos tiene lugar en las propias aguas de África occidental: vacíos de peces, se llenan de pescadores que se internan en el océano tratando de alcanzar un futuro mejor. Esta es, ante todo, una crisis de derechos humanos. Nuestro primer deber como sociedad es darles acogida, pero solo poniendo coto al actual saqueo internacional de sus caladeros podremos devolver el colorido y la esperanza a sus costas y el derecho a una vida digna a quienes las habitan. 

Javi Raboso - autor del blog.
Javi Raboso
Sociólogo por la Universidad Complutense de Madrid y activista de derechos humanos. Responsable de la campaña de Democracia y Cultura de Paz en Greenpeace España. Twitter: @javi_raboso
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Comentarios

10 comentarios
Cristina 01/06/2021

Hola Javi, después de leer tu post me pregunto si hay organizaciones locales -entiendo que los gobiernos consienten esta situación por diferentes razones- que estén actuando para solucionar el problema. Es muy impactante lo que cuentas. ¿Habrá que poner también en los envases de alimentos y cosméticos
"sin pescado africano"?

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Enrico 01/06/2021

Hola Javi, tú artículo es demoledor y nos confirma otra vez más, que clase de personas son las que nos gobiernan.
Lo hacen desde siglos sin escrúpulos, nadie se lo ha impedido.
Si hasta las mentes más nobles de la historia no han sido capaces de crear un partido decente para infiltrarse en este maldito sistema y cambiarlo....
Si se hubiera creado el partido de los científicos, médicos, economistas, humanistas, filósofos y ecologistas, sin ninguna ideología partidista y verdaderamente al servicio del pueblo, a lo mejor estaría gobernando.
Estamos a tiempo todavía?

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Domingo Chávez 01/06/2021

Buen reportaje,felicidades.
Me daria miedo que estó termine como Somalia, por culpa de los saqueadores de lo ajeno por meros intereses capitalistas, y los perseguiremos como piratas que buscan el sustento para sus familias

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Greenpeace España 02/06/2021

¡Gracias Domingo!💚

Lorenzo Antxia 01/06/2021

Muy buena descripción de la realidad: el saqueo de los recursos naturales de esos países por los intereses capitalistas de los países ricos es la responsable de la crisis económica y social en los países empobrecidos.

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Greenpeace España 02/06/2021

¡Gracias Lorenzo!

Morningkill 01/06/2021

"La Globalización es un gran avance" decían. Nos lo vendieron como la eliminación de fronteras.

Pero las consecuencias que yo ya vaticiné en su momento son estas.

Y no es que yo sea ningún tipo de profeta, pero estaba claro que la proliferación de multinacionales, junto con los tratados de libre comercio y un liberalismo salvaje traían de la mano lo de siempre. El pisoteo de los más débiles que tendrán que plegarse a lo que el dinero mande y buscarse las papas por otro lado.

Y voy a hacer otro vaticinio. En el futuro dejarán de gobernar los gobiernos de los países y pasarán a hacerlo las grandes corporaciones, de hecho en cierto modo, esto ya ocurre...

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Greenpeace España 02/06/2021

😔

JUAN ANTONIO SORIANO LOPEZ 02/06/2021

Supongo que estos buques actúan dentro de la "legalidad".
¿No se puede hacer algo para intentar eliminar estos aberrantes abusos?
¿Cómo es posible que no se protejan estos recursos y a las personas que subsisten gracias a ellos?
Gracias, como siempre, por vuestras denuncias y vuestras acciones.
Y muchos ánimos!!!

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Greenpeace España 04/06/2021

¡Gracias, Juan Antonio! 💪

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