Entrada de blog por Greenpeace España - 15-04-2025


Putin vs Greenpeace: la historia de los Arctic 30 y por qué sigue siendo importante hoy en día

En el frío otoño de 2013, un equipo de Greenpeace se embarcó en una misión para visibilizar los peligros de las perforaciones petrolíferas en el Ártico. Esta misión se convertiría en un momento decisivo para el movimiento ambientalista, aunque no exactamente como lo habían planeado.

Este grupo de activistas y periodistas de Greenpeace llegó a ser conocido como los Arctic 30, y su historia se cuenta en la serie documental emitido en la BBC Putin vs. Greenpeace que puedes ver a partir de hoy, martes 15, en Movistar Plus. 

La misión: salvar el Ártico de las perforaciones petroleras

El viaje comenzó en el barco Arctic Sunrise de Greenpeace, que zarpó hacia la plataforma petrolífera Prirazlomnaya, en el mar de Pechora. Prirazlomnaya fue la primera en iniciar la producción de petróleo en alta mar en el Ártico, con un gran riesgo para el frágil ecosistema ártico. El objetivo de Greenpeace era claro: llamar la atención mundial sobre los peligros ambientales de las perforaciones en el Ártico y protestar pacíficamente contra las operaciones de Gazprom.

El 18 de septiembre de 2013, el Arctic Sunrise llegó a la plataforma. Varios activistas intentaron escalarla y organizar una protesta pacífica de varios días contra las perforaciones petroleras en el Ártico. Sin embargo, sus acciones fueron brutalmente reprimidas por las autoridades rusas.

Un oficial de la Guardia Costera rusa apuntando con un arma a un activista de Greenpeace Internacional mientras cinco activistas intentan escalar ‘Prirazlomnaya’, una plataforma petrolífera operada por el gigante energético estatal ruso Gazprom.

Acuchillado, incautado y retenido a punta de pistola

En las siguientes horas, apuntaron a la cara con pistolas a los activistas, acuchillaron sus embarcaciones y dispararon armas automáticas contra el agua que les rodeaba. El buque de la Guardia Costera rusa disparó a la proa del rompehielos Arctic Sunrise. Después, comandos enmascarados descendieron de un helicóptero hasta la cubierta, detuvieron a los activistas a punta de pistola y se apoderaron del Arctic Sunrise.

Los servicios de seguridad rusos descienden de un helicóptero hasta la cubierta del Arctic Sunrise y se apoderan del barco a punta de pistola.

Al ver las fotos de ese día (¡llevadas a casa a escondidas en una tarjeta de memoria oculta en el zapato de un activista!), cuesta creer que todas esas pistolas y helicópteros estuvieran allí para detener una protesta pacífica contra el cambio climático. La brutalidad de la respuesta es un poderoso recordatorio de por qué estas protestas son importantes: las grandes corporaciones contaminantes ven a Greenpeace y a sus simpatizantes como una verdadera amenaza para sus ganancias.

Los activistas, junto con dos periodistas que documentaban la protesta, fueron trasladados a Múrmansk, una ciudad portuaria del noroeste de Rusia. Inicialmente, se enfrentaron a cargos de piratería, que conllevaban una posible pena de 15 años de prisión. La gravedad de los cargos conmocionó a muchos en todo el mundo, dado el carácter pacífico de su protesta.

Los servicios de seguridad rusos confiscan el Arctic Sunrise a punta de pistola.

El incidente derivó rápidamente en un conflicto diplomático. Greenpeace argumentó que las acusaciones eran infundadas y que los activistas estaban ejerciendo su derecho a la protesta pacífica. Pero el Gobierno ruso, bajo el mando de Vladimir Putin, se negó a ceder.

Una protesta internacional

En ese momento de máximo peligro, Greenpeace lanzó una de sus campañas más grandes hasta la fecha: un enorme esfuerzo global que abarcó varios continentes e implicó múltiples batallas legales, decenas de protestas y cientos de miles de seguidores.

Ya no se trataba sólo de salvar el Ártico: ahora también teníamos que traer a los Arctic 30 a casa.

En ese momento parecía una tarea casi imposible, pero toda la organización entró en acción y los seguidores se ofrecieron a ayudar.

Había abogados litigando en múltiples casos legales, simpatizantes protestando en las embajadas rusas de todo el mundo, Paul McCartney escribiendo a Putin, activistas colocando pancartas en un partido de fútbol patrocinado por Gazprom, personas cuidando de nuestros compañeros en prisión y personal trabajando sin descanso para mantener la noticia en los medios. Greenpeace presionó a todos, probó todas las tácticas y movilizó todos los recursos para darles a nuestros colegas la oportunidad de luchar.

Liberando a los Arctic 30

Bajo una intensa presión internacional, las autoridades rusas finalmente rebajaron la categoría de piratería a un cargo menor de vandalismo. Sin embargo, los Arctic 30 permanecieron detenidos durante dos meses, enfrentándose a duras condiciones y un futuro incierto.

La activista de Greenpeace Internacional Ana Paula Alminhana Maciel (de Brasil) en el Tribunal Primorskiy en San Petersburgo.

El punto de inflexión finalmente llegó en diciembre de 2013. Con la atención mediática a punto de centrarse en los Juegos Olímpicos de Invierno organizados en Rusia y la creciente presión mundial, el Kremlin decidió que estos prisioneros se habían convertido en una distracción. El parlamento ruso votó a favor de conceder una amnistía a los activistas, y los Arctic 30 finalmente pudieron regresar a casa.

El Arctic Sunrise también fue liberado en junio de 2014, después de permanecer retenido en Rusia durante casi un año.

La fiebre del petróleo en el Ártico que finalmente nunca ocurrió

No logramos impedir que Gazprom iniciara la producción en esa plataforma petrolífera en el Ártico, pero la campaña ayudó a presionar a Shell para que abandonara su intento de perforar en el Ártico en 2015. Y Prirazlomnaya sigue siendo la única plataforma petrolífera marina operativa de Rusia en el Ártico.

Desde entonces, muy pocas empresas han intentado extraer el petróleo ártico en alta mar. Lo que a principios de la década de 2010 parecía una inminente fiebre mundial por explotar esta prístina región, se ha reducido ahora a tan solo un par de países que producen petróleo en alta mar por encima del Círculo Polar Ártico.

La lucha continúa

Greenpeace es uno de los pocos grupos con capacidad para enfrentar los crímenes ambientales en cualquier parte del mundo. Desde el Ártico hasta la Antártida, siempre plantaremos cara a los villanos y grandes contaminantes que intentan destruir nuestro hogar común.

Desde que los Arctic 30 salieron libres, Greenpeace ha seguido cosechando importantes victorias. Junto con nuestros amigos y simpatizantes, hemos:

Pero aún queda mucho por hacer. Y a medida que la crisis climática se agrava, los activistas y organizaciones climáticas están sufriendo una oleada de persecución y represión en Europa y en todo el mundo.

Actualmente, Energy Transfer ha amenazando con una demanda multimillonaria tras una protesta pacífica contra el oleoducto Dakota Access. El uso de las SLAPP se ha convertido en una verdadera amenaza contra la libertad de expresión, derecho humano recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y protegido en nuestra Constitución. Además, muchos gobiernos intentan silenciar la disidencia con las ya conocidas leyes mordaza contra las protestas.

La dignidad y determinación de los Arctic 30 y sus numerosos simpatizantes en todo el mundo demostraron al mundo que este movimiento no se dejará intimidar, ni siquiera por las superpotencias mundiales, los grupos armados o un sistema judicial defectuoso.

No importa lo que hagan para silenciarnos, no lo lograrán. Lo que hicieron esas treinta personas normales y corrientes, y lo que representan, es increíblemente empoderador. Sufrieron meses en prisión, se enfrentaron a la posibilidad de años tras las rejas, pero siempre se mantuvieron comprometidos con la necesidad de actuar pacíficamente para proteger el planeta. Cuando finalmente salieron de prisión, sentimos que nos habían pasado el testigo para que continuáramos lo que ellos empezaron.


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