Entrada de blog por Adrián Fernández Carrasco - 18-06-2020


4 billones para salvar Europa, no para quienes contaminan la Tierra

Hace tres meses era imposible imaginar que habría 4 billones de euros disponibles para la ciudadanía europea. Hoy, los gobiernos europeos están poniendo 3,4 billones encima de la mesa y la Comisión Europea propone otros 750.000 millones para la recuperación tras la COVID-19. Para hacernos una idea, imagina que cada uno de nosotros y nosotras nos despertásemos mañana con 9.000 euros más en la cuenta. Después de una década de austeridad, es una oportunidad inmejorable para reinventar el sistema. El dinero público está fluyendo como nunca en la economía, y tenemos derecho a saber a qué se destina.

Desde que comenzó la crisis de la COVID-19, desde Greenpeace estamos analizando las inversiones de las instituciones europeas y los estados miembros. Y nos preocupa que la mayoría de las ayudas se están destinando a rescatar empresas sin incluir ningún tipo de condición ambiental. Ya sabíamos que el sector de la aviación ha recibido hasta 33.000 millones de euros, que el Gobierno de España ha cedido a las presiones para seguir subvencionando coches diésel y gasolina, o que la Junta de Andalucía está aprovechando para rebajar las normas ambientales.

Menos conocido es que los gobiernos están resucitando a empresas contaminantes por otras vías: por ejemplo, rebajando los impuestos especiales que abaratan los combustibles fósiles y los hacen más atractivos frente a alternativas verdes. Así lo denuncia el último informe de Greenpeace titulado “Dinero público, dinero fósil, que analiza cómo la industria fósil se aprovecha de las ayudas tras la COVID-19, directa o indirectamente.

Mañana, viernes 19 de junio, nuestros presidentes discutirán el destino de los fondos de recuperación. Teniendo en cuenta la magnitud de estos paquetes de ayuda (suponen más del 25% del PIB de la UE) y el elevado riesgo de que las industrias del combustible fósil se queden con una buena parte; necesitamos mecanismos que vigilen de cerca el destino del dinero público. La movilización climática tiene un papel importante: no podemos permanecer callados mientras nuestro dinero se dirige a los bolsillos del carbón, el petróleo o el gas.

Activistas de Greenpeace enviando un mensaje durante la COP23.

Esta semana, nuestras activistas desplegaron una enorme pancarta frente al Congreso para dejar claro que no se destine dinero público a empresas contaminantes. Para lograr este objetivo, Greenpeace ha propuesto crear una comisión de seguimiento en la UE dirigido a evaluar todas las ayudas de la Comisión Europea y los estados miembros bajo las siguientes condiciones:

  1. Excluir los rescates a los combustibles fósiles e introducir fuertes condiciones climáticas a los rescates de aerolíneas o fabricantes de automóviles.
  2. Excluir a los combustibles fósiles y las economías basadas en carbono de los préstamos públicos, tipos de interés favorables, avales y beneficios fiscales.
  3. Excluir a dicho sector de los programas de compra de activos.
  4. No rebajar la normativa ambiental con la excusa de impulsar las inversiones.
  5. Asegurar la transparencia en los paquetes de ayuda a la COVID-19 y vigilar posibles inversiones en economías fósiles.

Justo antes de la crisis del coronavirus, la comisaria europea Vestager decía que “las reglas de las ayudas estatales deben adecuarse a las inversiones necesarias para lograr la neutralidad climática”. Ahora que cada día todos los sectores piden apoyos público, hay que asegurarse que el dinero que reciben está en línea con el Acuerdo de París. Y por el momento solo vemos miles de millones para rescatar empresas contaminantes, compañías que hasta hace nada declaraban grandes beneficios en sus cuentas de resultados.

Los villanos del clima, los que basan su modelo de negocio en seguir emitiendo CO2 a la atmósfera; no pueden recibir ni un euro de dinero público.

Necesitamos todo ese dinero para recuperarnos no solo del coronavirus, sino de una década de recortes, falsa austeridad y crisis climática. Piensa en todo lo que podemos hacer con 4 billones de euros: son 80 veces todo lo que Europa invirtió en renovables en 2019. Cuando empezó la crisis de la COVID-19 en marzo, no se dudó en tomar medidas sin precedentes para proteger vidas. Necesitamos que siga siendo así. Ahora que hemos empezado a recuperarnos del virus, es hora de ocuparse del clima.

Es decepcionante que los líderes europeos necesiten de un virus letal para entender que es necesario darle la vuelta al sistema.

Espero que nuestros dirigentes no necesiten más olas de calor, sequías o inundaciones para darse cuenta de que la crisis climática es una realidad y la ciencia ha sido clara al respecto: los efectos de esta crisis no se arreglan con discursos bonitos, sino con medidas inmediatas.

 

Accede al informe en este enlace de abajo:

Dinero público, dinero fósil

Adrián Fernández Carrasco - autor del blog.
Adrián Fernández Carrasco
Ingeniero de Obras Públicas, especializado en Transporte, y Máster en Movilidad y Seguridad Vial por la Universidad Politécnica de Madrid. Responsable de la campaña de Movilidad en Greenpeace España. Twitter: @adri_fc
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Comentarios

5 comentarios
María Luz Porto González 18/06/2020

Proteger al planeta es proteger nuestra propia vida.

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Greenpeace España 22/06/2020

Así es. 💚

Beatriz López 18/06/2020

Bravo por esta iniciativa. Me enorgullece y me da fuerzas para seguir luchando. Gracias Greenpeace!

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Greenpeace España 22/06/2020

¡Y a nosotras tus palabras! Gracias a ti.

Juan Carlos Otazu Pipaòn 19/06/2020

Hola , mostrarles otros caminos a las-os que se lucran con los combustibles fósiles nunca va a estar de màs . Sigamos en la pomada hay luz al final del tunel , la lucha pacifica se prolonga , prolongue monos . Abrazos .

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