Entrada de blog por Lorea Flores - 27-01-2021


Sequía de políticas, regadíos suicidas

Hace unos días una noticia se hacía eco de las palabras de la directora de la confederación hidrográfica del Ebro en las que daba a entender que el regadío tiene una gran relación con la conservación del medioambiente y la eficiencia en la utilización del recurso hídrico. Desde Greenpeace, tenemos que decir que estas afirmaciones tienen poco que ver con la realidad y que es preocupante que muchos cargos públicos las hagan suyas

En un escenario de emergencia climática, en el que la comunidad científica nos advierte de que una de las principales consecuencias del cambio climático va a ser un aumento de las sequías y de la temperatura, y por lo tanto el agua va a ser un bien cada vez más escaso, tanto por su falta como también porque las reservas están cada vez más contaminadas, seguir apostando por el regadío intensivo e industrial es un sinsentido. La consecuencia directa de seguir extendiendo la superficie regada en zonas que son principalmente de secano, es que la demanda de agua se va a incrementar. Por lo tanto seguir aumentando la demanda de agua, cuando la disponibilidad de este recurso va a mermar en los próximos años, es una apuesta suicida. Más aún cuando el regadío está sobre todo asociado a un modelo de agricultura industrial, con un uso masivo de plaguicidas, fertilizantes, etc.

El lobby del regadío

No es lógico que desde las Confederaciones Hidrográficas y gobiernos locales y centrales se siga apostando por infraestructuras como el canal de Navarra, el recrecimiento del embalse de Yesa y similares, u otorgando concesiones que han resultado en la degradación total de las grandes lagunas españolas como la Janda, la Nava y Antela.  Esto eran políticas propias del siglo pasado pero ya no pueden ser las de hoy en plena emergencia climática. La única lógica que siguen estas infraestructuras y políticas es la de obedecer al lobby de regantes formados principalmente por grandes empresarios responsables de una agricultura industrial y poco sostenible que poco tiene que ver con la protección del medio ambiente o la fijación de la población rural. También son responsables de esta situación políticos que aprovechan la coyuntura para ganar unos pocos pero valiosos votos en el ámbito rural.

Seguimos aumentando el regadío y apostando por la construcción de nuevas presas, embalses y trasvases, cuando las acciones deberían ir justo en la dirección contraria. Tenemos que empezar a reducir los regadíos, adaptando los cultivos al clima de la zona y a los posibles efectos del cambio climático y además, revisar la utilidad de grandes infraestructuras construidas hace años y que actualmente suponen un riesgo tanto para el medio ambiente  como para las personas. De hecho, existen estudios que ya nos indican que algunas de las infraestructuras planeadas están sobredimensionadas y que no van a poder funcionar nunca a pleno rendimiento. No podemos seguir con políticas de gestión de recursos hídricos planeadas en los 90 con la información científica que disponemos en 2021. 

Cabe destacar que todas las afirmaciones lanzadas desde la clase política de que el aumento de regadíos es una forma de lucha contra el cambio climático, no son más que una estrategia de greenwashing que solo busca satisfacer los intereses de unos pocos. ¿Cómo ayudará a combatir el cambio climático tener más hectáreas de regadío si actualmente ya son necesarias grandes infraestructuras para dotar estas zonas de agua? ¿Qué pasará cuando las sequías sean cada vez más largas y la disponibilidad de agua sea mucho menor, y ni siquiera esas grandes infraestructuras sean capaces de asegurar ese agua? Todas esas hectáreas de regadíos se perderán y las personas que sufrirán las peores consecuencias serán los y las jornaleras empleadas de grandes agroindustrias y habitantes de zonas rurales. Todo esto sin mencionar los pueblos que mueren por la creación de nuevos embalses

Entre la sequía y la inundación

Además otro efecto que causa la regulación de los ríos, es que dejan de ser ecosistemas dinámicos convirtiéndose un canal que aparentemente lleva una cantidad de agua regular. Esto crea una sensación de falsa seguridad que nos lleva a ocupar el territorio del río que ya no se inunda tan frecuentemente. Pero el río recuerda que ese territorio es suyo y de vez en cuando lo recupera en grandes crecidas llegando a causar grandes impactos por las inundaciones. El cambio climático puede ocasionar que esas crecidas e inundaciones sean cada vez más frecuentes y extremas. Es necesario que tengamos muy en cuenta cuál es el territorio real del río, dejarle su espacio y devolverle su dinamismo, para evitar los impactos económicos y personales que las inundaciones puedan crear. No se pueden resolver los problemas usando el mismo pensamiento que cuando se crearon.

Es por ello, necesario un gran cambio tanto en la gestión del agua como en el modelo de producción de alimentos. Por un lado, es necesario una política de aguas que tenga en cuenta los futuros escenarios de cambio climático y adecuado a preservar la biodiversidad de los ecosistemas fluviales. No podemos olvidar, que la biodiversidad mundial se está perdiendo a una velocidad sin precedentes y que los ecosistemas de agua dulce y su biodiversidad se encuentran entre los más amenazados. Las infraestructuras como embalses y acequias que regulan el flujo natural del agua tienen impactos muy dañinos sobre la fauna, flora y los procesos ecológicos de estos ecosistemas y es por ello que a nivel mundial se está promoviendo la demolición de infraestructuras obsoletas. Por esa misma razón se debería desistir de seguir construyendo presas y embalses que ponen en riesgo a la biodiversidad y las personas.

Por otro lado, el actual modelo de producción de alimentos se basa mayoritariamente en una producción intensiva e industrializada, que sólo busca la rentabilidad económica y se olvida de la sostenibilidad y de proveer de una alimentación de calidad. Para asegurar una alimentación de calidad y que cuide por la salud del planeta y de las personas, es necesario pasar de un modelo industrial con gran consumo de agua, fertilizantes y pesticidas, a una agricultura de pequeña escala, familiar y con cultivos que estén adaptados al territorio, al suelo y clima asociados y que estén tengan en cuenta los escenarios futuros.

Lorea Flores - autor del blog.
Lorea Flores
Licenciada en Biología y Master en Biodiversidad, Funcionamiento y Gestión de los Ecosistemas y Doctora en Ecología fluvial. Coordinadora de Movilización de Greenpeace en Euskadi y Navarra.
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Comentarios

8 comentarios
Kaioberri 28/01/2021

Un artículo muy interesante y clarificador.
Yo añadiría que ese afán de recrecer pantanos (como Yesa) y hacer más canales, tiene también un fin lucrativo para grandes empresas constructoras y quién sabe si conlleva también comisiones a las que nos tienen acostumbrados.
Es de vergüenza que haya partidos y Comunidades de regantes que no vean más allá de sus propios intereses.
Mil esker Lorea.

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Greenpeace España 29/01/2021

¡Gracias!

Juan Carlos Otazu Pipaòn 28/01/2021

La sequía de 1989 a 1990 en estas tierras de Álava por ausencia de lluvias y nieve nos dejo un pantano de Ullibarri Gamboa bajo mínimos , ocasionando a diferentes pueblos y a la población de Vitoria diarias restricciones durante meses , una tierra como esta no tenia conocimiento anteriormente de una sequía de tal magnitud . Así con anterioridad mas posteriormente con menor asidiudad los desembalses por exceso de agua se van reduciendo , habiendo a día de hoy gracias a la nevada del 2/1/2021 ir desembalsando . Esto acaecio en un territorio del norte de la península Ibérica sin antecedentes de sequías . Articulo de interes , Gracias Lorea Flores .

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Greenpeace España 29/01/2021

Gracias a ti, Juan Carlos

Emilio 30/01/2021

Hace ya mucho tiempo que lo llevo prediciendo las sequías serán tan extremas que el agua potable será valorado en el mercado más caro que el mejor Wisky de reserva.
Eso quiere decir que un bien tan preciado no tendrá precio y si no le paramos los pies a los poderosos que pretenden tener el monopolio sobre el agua de éste Planeta Tierra negociando con el e incluso llegando a doblar o triplicar su coste en el mercado. Sólo unos cuantos tendremos acceso a ella.Y será un recurso natural en vez de básico y necesario para el Ser Humano otra fuente de inversión. Donde solo ganarán los poderosos saltándose y violando los Derechos Humanos impunemente.
Gracias un cordial saludo

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Greenpeace España 05/02/2021

¡Un saludo Emilio!

Carlos 03/05/2021

Buena tardes,
Como en casi todo lo que relaciona Medioambiente y economía tengo ideas aparentemente encontradas o ideas a las que sencillamente no les he encontrado la mejor solución para todos.
Mi duda ante este articulo en concreto y partiendo del hecho que no me gustan los productos fitosanitarios es: ¿Cómo alimentamos a una población mundial creciente, que incluso después de reducir ampliamente el consumo de carne, seguirá necesitando una sobreexplotación de los terrenos agrícolas para no tener que deforestar?¿Existen alternativas para una alta producción de vegetales, que nos hará falta, de una manera ecológica y en el caso de España limitada a las pocas precipitaciones?. Gracias por tu atención

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Ana 25/05/2023

Carlos,
Como puedes comprobar, dos años después, tu pregunta no ha recibido ninguna respuesta. Ni ellos lo saben.
Su alternativa es la producción a pequeña escala, con las consecuencias que ello conlleva: encarecimiento de costes fijos que se traslada al producto, de tal manera que, con el plan que propugna este artículo, solamente las clases más pudientes y adineradas podrán tener derecho a una alimentación sana y equilibrada. Clasismo en estado puro.
Por mi parte, estoy en absoluto desacuerdo con la estigmatización tan deleznable que este artículo está haciendo del sector agrario.

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