La transición energética, primera pieza para darle la vuelta al sistema
“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”: Albert Einstein.
No vamos a enmendar la plana a Einstein y, por lo tanto, para darle la vuelta al sistema necesitamos inversión, pero también energía y algo todavía más poderoso como él dice: voluntad, en este caso, política.
El pasado jueves 4 de febrero, Greenpeace lanzaba su propuesta #4coma8, que explica cómo con una inversión de 197.000 millones de euros (el equivalente al 4,8% del PIB) en cuatro años y casi a partes iguales entre la financiación pública y privada podemos transformar nuestra economía en más verde y justa. A pesar de que esto va de números verdes no todo es dinero, porque el 43,2% de las medidas de la propuesta son cambios normativos o regulatorios y aquí la voluntad es, además de barata, la clave.
De los bloques de medidas propuestas que necesitan inversión (además de voluntad) la transición energética es la más destacada porque, junto con la digitalización y la desglobalización, es uno de los grandes factores transformadores con capacidad de generar cambios estructurales a nivel económico que en estos momentos necesitamos más que nunca.
Distribución de las inversiones requeridas para “Darle la vuelta al sistema” por ámbitos de actuación (2021-2024)
Según la cuantificación realizada por Abay Consultores, de las medidas propuestas por Greenpeace, las mayores inversiones se ubicarían en el sector energético (53.560 millones de euros), seguido de la rehabilitación energética de vivienda (en el sector de la construcción, al que dedicaremos otro artículo en detalle).
Si bien estas inversiones en energía son cuantiosas, el 78,4% (cerca de 42.000 millones de euros) de las mismas recaen en manos del sector privado. El motivo es que las renovables son rentables y con mucho recorrido por delante y el apoyo público está destinado a otros sectores que no tienen este gran futuro. Su senda de desarrollo ya estaba marcada en el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) y la propuesta de Greenpeace continúa por el mismo camino aunque es un poco más ambiciosa. (Sin duda los fondos europeos van a impulsar este eje y esto no estaba contemplado en el PNIEC de 2019, y sin duda lo correcto es considerarlo).
Otro de los protagonistas de las medidas energéticas es el autoconsumo individual y colectivo, que alcanzaría los 5 GW para 2024 si aplicamos la receta de esta propuesta económica de Greenpeace. Para que el autoconsumo y las renovables en general actúen como generación distribuida, se requiere un mayor esfuerzo inversor en redes de distribución que también ha sido contemplado.
Pero no todo es inversión para la transición energética. Como decíamos, lo mejor es la voluntad. Y solo necesitamos voluntad política para una de las medidas más necesarias: acelerar la transformación del mercado eléctrico ya que gracias a ello podremos encaminar el sistema energético hacia una electrificación sostenible y universal.
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