¿La energía nuclear es la solución al cambio climático?
Al contrario. La energía nuclear es un obstáculo para la lucha contra el cambio climático.
En primer lugar porque la nuclear no es neutra respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero. Considerando el ciclo completo de las tecnologías de generación eléctrica no-fósiles (es decir, la nuclear y las renovables), la energía nuclear emite más CO2 que cualquiera de las energías renovables por cada kWh producido. Esto se debe a que en todas las etapas del ciclo nuclear-la minería del uranio, la fabricación del concentrado, el enriquecimiento, la fabricación del combustible, la construcción de las centrales nucleares, su mantenimiento y posterior desmantelamiento, la gestión de los residuos radiactivos, etc.- se consumen grandes cantidades de combustibles fósiles.
La seguridad de las plantas también consume electricidad, esta es una de las paradojas de la industria nuclear, con el fin de generar electricidad de forma segura las plantas necesitan un suministro significativo y constante de electricidad, que emite CO2.
Otro aspecto es que las nucleares consumen en grandes cantidades es el agua, lo que es poco adecuado en un contexto de un clima más cálido. Tanto los reactores para refrigeran núcleos y condensadores, como sus piscinas de combustible gastado, necesitan agua en abundancia. Durante la última década, y precisamente debido al calentamiento global, las centrales nucleares han experimentado numerosas paradas.
El cambio climático también incluye la subida del nivel del mar, y aumento de frecuencias de fenómenos meteorológicos extremos, lo que ha provocado ya paradas e interrupciones en el suministro externo de energía.
Pero sin duda una de las razones más poderosas es que incluso triplicando la capacidad nuclear mundial únicamente daría lugar a un 6% de reducción de las emisiones de carbono, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).