El movimiento de objeción de conciencia

El movimiento de Insumisión es el ejemplo paradigmático de campaña de desobediencia civil exitosa. Se trató de la negativa a realizar el Servicio Militar Obligatorio cuando a los jóvenes en edad militar les llegaba el momento de incorporación a filas. El primer objetor por motivos políticos, puramente antimilitaristas, fue Pepe Beúnza en 1971 (condenado a tres años de prisión), que desencadenó una campaña internacional que pedía su libertad. Junto a él, unos pocos jóvenes ‒Jordi Agulló, Juan Guzmán Salvador y Víctor Boj‒ serán los primeros en desobedecer. A partir de 1975, el número de objetores crece, obligando al ministro de Defensa en 1977 a ordenar la “incorporación aplazada”.

El 7 de enero de 1977 tiene lugar la asamblea fundacional del Movimiento Objeción de Conciencia (MOC). Este colectivo, de carácter asambleario y noviolento, inicialmente impulsa un sistema alternativo al servicio militar obligatorio, acompaña a los encarcelados, y realiza movilizaciones de protesta. Otros colectivos antimili optaron por posturas similares.

En 1978 la Constitución recogió el derecho a la Objeción de Conciencia, pero hasta 1984 no se regula ni este ni la Prestación Social Sustitutoria (PSS). La PSS será rechazada por el MOC inmediatamente por considerar que supone un castigo y un reforzamiento del sistema militar, y en 1986 (año del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN) adopta la llamada “objeción total” o insumisión, rechazando la amnistía para quienes se acogieran a la PSS, denunciando a las entidades que colaboraban acogiendo prestacionistas, y negándose nuevamente a incorporar a filas. La Fiscalía General paralizará las órdenes de prisión por el “escándalo social” desatado. El 20 de febrero de 1989 se lanza la campaña Insumisión en clave estatal. La avalancha de desobedientes provocó en 1991 pasar los casos a la jurisdicción civil para evitar que el Ejército estuviese cuestionado por la opinión pública. Ante la imposibilidad de encarcelar a todos los insumisos, desbordados los sucesivos Gobiernos, se recurre a la “represión selectiva”, lo que también se denominó “lotería de condenas”. Tampoco esto paró a los desobedientes.

En 1996 se suprime el Servicio Militar Obligatorio, aunque la conscripción (voluntaria) no desaparecerá hasta 2001. Será entonces cuando el MOC lance la estrategia de “Insumisión en los cuarteles”, por la cual los reclutados entraban al cuartel pero desertaban inmediatamente, siendo juzgados así por un tribunal militar y devolviendo el foco mediático a esta institución. Se enfrentaban a la llamada “muerte civil”, es decir, inhabilitaciones de hasta 14 años para optar a ayudas públicas, ocupar puestos en las Administraciones del Estado, etc.

La presión de centenares de jóvenes encarcelados o en rebeldía logró que el año 2000 se aprobase la profesionalización del ejército. En 2001 la “mili” se suspendió sine die.

En cifras

En treinta años que duró la campaña contra la mili, hubo casi un millón de objetores de conciencia, sobre un contingente anual de 250.000 reclutas, y 30.000 insumisos y personas autoinculpadas dispuestas a ir a la cárcel, de los cuales al menos mil ingresaron en ella.

Conclusión

El movimiento decidido de unos pocos (cuatro) consiguió arrancar la campaña de desobediencia civil masiva más exitosa de la historia reciente de España y alimentó una tradición antimilitarista que aún hoy es muy sólida.

¡Otan no, bases fuera!

Las protestas contra la incorporación de España a la OTAN tuvieron lugar entre 1981 y 1986, con un auge de las movilizaciones desde 1984. La campaña tuvo dos objetivos: obligar al Gobierno a convocar un referéndum y conseguir que ganara el “no”.

Los grandes hitos de este ciclo de protesta arrancan con la primera marcha a la base militar de Torrejón, bajo el lema “OTAN NO, bases fuera”, el 20 de enero de 1981. Será el arranque de la formación de los comités barriales antiOTAN. Este mismo año, el PSOE se implica con un lema electoral ambiguo: “OTAN, de entrada, NO”.

El ciclo de protesta se intensificará en tres momentos:

  • La multitudinaria manifestación del Día de las Fuerzas Armadas de 1984, en Valladolid.
  • Las protestas contra la visita del presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, a España en 1985, especialmente en Barcelona y Madrid.
  • La campaña pidiendo el “no” en el referéndum, convocado finalmente para el 6 de marzo de 1986.

Sin embargo, el mayor impacto sobre la campaña lo tuvo el cambio de posición del PSOE al defender la permanencia en la OTAN con tres condiciones: la no pertenencia al comité militar, la prohibición de instalar armas nucleares, y la reducción progresiva de presencia norteamericana. Finalmente, a pesar de la intensa campaña por el “no”, el resultado fue favorable a la posición gubernamental.

En cifras

Las manifestaciones fueron multitudinarias: en noviembre de 1981, 150.000 personas en Madrid; en julio de 1983, 200.000 personas en Madrid; en octubre de 1983, más de 300.000 personas en todo el país; en mayo 1984, la “Primera cadena humana por la paz” en Barcelona, con 100.000 personas; en junio de 1984, 300.000 personas nuevamente en Madrid; en febrero de 1986, la segunda cadena humana por la paz” en Barcelona, con 200.000 personas; y finalmente en febrero de 1986, la “Marcha a Madrid” que congregó al menos a medio millón de manifestantes.

Conclusión

Aunque triunfó el “sí”, la movilización contra la incorporación de España a la OTAN profundizó en una cultura política de movilización de masas en clave antimilitarista, cuyo impacto tendrá eco en las movilizaciones contra la guerra de Irak de 2003 y 2004.

No a la guerra

Las protestas contra la participación de tropas españolas en la segunda guerra de Irak se extendieron por todo el país entre 2003 y 2004, bajo el lema “No a la guerra”. El 19 de marzo de 2003, una coalición internacional invadió Irak bajo la acusación de poseer “armas de destrucción masiva”. La presencia militar se prolongó hasta 2011, generando numerosas bajas civiles.

A pesar de que el Gobierno español anunció que las tropas españolas no participarían en combates, entre el verano de 2003 y la primavera de 2004, 2600 soldados serían enviados a Irak.

La primera manifestación en Madrid tendría lugar el 15 de febrero de 2003, siguiendo la convocatoria del Foro Social Mundial de Porto Alegre. El 15 de marzo tuvieron lugar en todo el país, coincidiendo con la convocatoria internacional contra la guerra que movilizó a millones de personas en todo el mundo. La última gran movilización se producirá el 20 de marzo de 2004, con manifestaciones por todo el país.

En cifras

El 15 de febrero de 2003 tuvo lugar la mayor movilización mundial de la Historia, movilizando a más de 15 millones de personas contra la guerra.

En España, se convocaron 55 manifestaciones en las principales ciudades. Entre las de Madrid, Barcelona y Valencia, se unieron más de 3 millones de voces. 

Conclusión

Tras las manifestaciones del 15 de febrero de 2003, Patrick Tyler escribió en el New York Times: “se ha demostrado que existen dos superpotencias en el planeta: Estados Unidos y la opinión pública mundial”.

La guerra empieza aquí

En los últimos años ha tenido lugar un número creciente de movilizaciones contra la exportación de armas y material de doble uso “Made in Spain” a países en conflicto o que vulneran los Derechos Humanos.

El 13 de marzo de 2017, el bombero vasco Ignacio Robles se negó a participar en un retén de seguridad para el cargamento de armas en un buque con destino a Arabia Saudí, por su temor a que pudieran ser usadas para matar civiles en la guerra del Yemen. Como consecuencia, tuvo que afrontar un expediente disciplinario que conllevaba una suspensión de empleo y sueldo de entre 3 y 6 años, entre otras medidas tomadas por sus superiores en respuesta a su decisión en conciencia.

La campaña Armas Bajo Control, impulsada por Intermón-Oxfam, Amnistía Internacional, FundiPau y Greenpeace se opone a esta venta de armas. En febrero de 2018, Greenpeace realiza una acción de protesta en el puerto de Bilbao contra un envío ilegal de armamento a países de la coalición Saudí en la guerra del Yemen.

Al mismo tiempo, diversos colectivos de solidaridad con las personas refugiadas, así como antimilitaristas, feministas y ecologistas, han impulsado la campaña La guerra empieza aquí, que ha desarrollado numerosos actos de protesta:

  • El 16 de diciembre de 2017, el movimiento feminista de Bilbao protagonizó un encadenamiento de mujeres a las vallas del puerto. Además, el colectivo Ongi Etorri Errefuxiatuak ha realizado numerosas acciones de denuncia en Bilbao.
  • La campaña inició una fiscalización de los flujos navieros, que obligó a la naviera Bahri a trasladar sus operaciones al puerto de Santander.
  • Allí, Pasaje Seguro Cantabria ha entregado 18.000 firmas a la Autoridad Portuaria en contra de la presencia del buque en el puerto.
  • En Burgos proliferan las protestas contra la fábrica de armamento de EXPAL (Explosivos Alaveses), de mano de Burgos con las Personas Refugiadas, a las que se han sumado Greenpeace, Ongi Etorri Errefuxiatuak, Mujeres de Negro contra la Guerra y otras organizaciones.

En cifras

Entre 2008 y 2016, España exportó material de defensa por 22.603 millones de euros. El 27,34% de este material (por valor de más de 6.000 millones de euros) tuvo como destino 50 países preocupantes o potencialmente preocupantes. España es el cuarto vendedor de armas a Arabia Saudí e incrementó en un 84% la venta de armas en 2015, año en que comenzó la guerra en Yemen (con licencias por valor de 584 millones de euros). En 2017, la venta de armas a este país alcanzó el valor de 270 millones de euros.

Las cifras de la guerra de Yemen son intolerables: a final de 2017, se habían registrado ya 10.000 muertes y más de 50.000 personas gravemente heridas. Unos 22 millones de civiles, más de dos tercios de su población, se encuentra en situación de emergencia humanitaria.

Conclusión

La Guerra Empieza Aquí ha logrado trazar una relación directa entre el comercio internacional de armas de guerra y el incremento exponencial de la llegada de personas refugiadas de esas guerras, explorando una forma de solidaridad crítica, que evidencia las causas para denunciar que no es una “crisis” sin responsables.