En el campo español hay pequeños agricultores y agricultoras que se ganan el pan con el sudor de su frente y también hay (muchas) grandes empresas del campo que gestionan extensas superficies y controlan de forma integral todo el proceso agrícola, desde la preparación de las tierras y la siembra, hasta que el producto que es llevado al mercado. Esta actividad encomiable deja de ser digna de admiración cuando se utilizan tretas o malas artes para que el negocio funcione a cualquier precio, le cueste lo que le cueste a otras personas o al medioambiente. Este patrón se repite en numerosas ocasiones en el entorno murciano, donde grandes empresas agrícolas tienen tanto poder que podemos hablar de una ‘oligarquía’ del campo que ejerce su fuerza a todos los niveles en los que su negocio tiene algo que jugarse.
Lógicamente no todas las empresas grandes tienen porqué entrar dentro de este perfil, pero sí que hay un número suficiente como para poner en valor su capacidad de influencia y su poder. De hecho, según el INE, en la región hay 660 explotaciones de más de 100 ha, que suman la mitad de las tierras cultivadas (158.479 ha). Señalar las malas prácticas destructivas no hace sino contribuir a limpiar la imagen del sector y recriminar a quien lo hace mal.
En torno a esta “oligarquía” se ha montado un aparato para que el proceso funcione de forma fluida y esto pasa principalmente por garantizar la llegada de agua sin ningún tipo de restricción que pueda afectar a sus negocios, y para ello cuentan con la suficiente influencia como para movilizar y poner a su disposición los recursos necesarios.
La oligarquía se refiere con frecuencia a sí misma como “agricultores y agricultoras” en sus páginas web y en sus comunicaciones, pero la inmensa mayoría jamás lo han sido, de hecho, muchas de estas empresas son multinacionales o están controladas por fondos de inversión, que poco o nada tienen que ver con el campo. También las hay familiares que han crecido tanto que igualmente nada tienen que ver con quien trabaja la tierra. Un elevado porcentaje de la producción es exportado, lo mismo que sucede con los beneficios obtenidos cuando se trata de empresas multinacionales extranjeras.
Este perfil es fundamental, porque se encuentran al final de la tubería y en el caso de la cuenca del Segura son quienes han apostado decididamente por el mantenimiento del trasvase del Tajo al Segura, que les garantiza un flujo a demanda de agua nada más abrir el grifo y sin tener que estar pendientes de si llueve o no, ni de si el agua desalada es mejor o peor. Cabe destacar que el sector agrario en la Región de Murcia está muy tecnificado y que frecuentemente cuenta con avanzados sistemas de riego, lo que no quita que la cantidad de agua consumida sea ingente.
Este tipo de empresarios son quienes presionan para mantener el business as usual y los que no permiten que se produzca ningún avance medioambiental. Diferentes fuentes apuntan a una estructura piramidal que controla otros perfiles varios que veremos a continuación y que ejerce un poder sustancial sobre instituciones como la Confederación Hidrográfica del Segura, el Gobierno de la Región de Murcia e incluso sobre el propio Ministerio para la Transición Ecológica.
Algunas de estas todopoderosas industrias agrícolas son: