13-06-2023

La burbuja del regadío en España

En España tenemos poca agua. Y, con los años, tendremos menos. Uno de los impactos más evidentes del cambio climático en nuestro país serán periodos de sequía cada vez más intensos y frecuentes, como el que estamos viviendo en la actualidad. Además, el 44% de nuestros acuíferos subterráneos, que son la reserva de agua para los próximos años, ya está sobreexplotado o contaminado.

Necesitamos adaptar nuestro consumo de agua a un futuro de escasez. En este contexto, sabemos que casi el 80% del agua que consumimos en nuestro país va a parar a la agricultura; la gran mayoría para regar cultivos intensivos e industriales. Así que toda estrategia de ahorro y mejor gestión del agua pasa necesariamente por abordar el actual sistema agrario. La pregunta es: ¿Necesitamos gastar toda esa agua para producir alimentos? La respuesta corta es NO.

Volumen de agua empleada para cubrir las distintas demandas (2020-21).

Fuente: MITECO Descargar gráfico y/o datos
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En las últimas décadas, las hectáreas de cultivos de regadío intensivo no han dejado de aumentar. Al mismo tiempo, la concentración de la propiedad de las tierras es cada vez mayor. Detrás de este fenómeno está la rentabilidad que empresas y fondos de inversión están sacando de un modelo agrario que no tiene en cuenta la sostenibilidad de un bien sin el que, paradójicamente, se les acaba el negocio: el agua. ¿Y dónde acaba toda esta comida que están produciendo de manera intensiva?

Exportada…

La mayor parte de esta producción termina fuera de nuestras fronteras. España es el principal exportador mundial de frutas y hortalizas y es el responsable del 9,4% de la exportación a nivel global que, en el año 2021, alcanzó un valor de 20.844 millones de dólares. Tenemos un modelo agrario que exporta agua en forma de frutas y verduras desde un país en riesgo de desertificación hacia países húmedos como Alemania, Francia y Reino Unido. Porque, cuando se exportan alimentos, también se está exportando el agua virtual utilizada en su producción.

A esto hay que sumar que también somos líderes en exportación de carne, concretamente los quintos en todo el mundo y los primeros si solo tenemos en cuenta la carne de cerdo. Una carne que, en su gran mayoría, también procede de un modelo industrial que consume y contamina muchísima agua. Y, además, para alimentar a este ganado estamos destinando el 66% de nuestra superficie agrícola.

…o en la basura

Mención aparte merece el desperdicio alimentario. Se calcula que en los hogares españoles se tira más de 1 millón de toneladas de alimentos al año, cerca de 28 kilogramos por persona. Si se traduce en consumo de agua para producir estos alimentos, un estudio de la Universidad Pontificia de Comillas lo estima en 2.095 hm3, un equivalente a 131 litros de agua perdida por persona y día.

Por otro lado, la aparición de nuevos tipos de cultivo está suponiendo un importante impacto en el consumo de agua. Donde antes había una finca de olivares de secano, ahora hay una macro plantación de olivos apiñados en la misma extensión de terreno produciendo mucho más a costa de un incremento exponencial del uso del agua y el suelo. Y donde antes había explotaciones de frutales no cítricos ahora hay cultivos de frutas tropicales que depredan el agua.

Este modelo de agricultura no es sostenible. Tenemos que darle una vuelta radical para garantizar la seguridad alimentaria en un futuro de escasez. El agua no va a llegar, lo dice la ciencia. Escuchemos y actuemos en consecuencia.

agua , Sequía