En noviembre de 2016, la Comisión Europea presentó varias medidas con las que legislar la adaptación a la transición energética y el cumplimiento de los objetivos climáticos. De todos esos paquetes negociados entre el Parlamento, la Comisión y el Consejo Europeo, falta por cerrar, de aquí a final de este año, el conocido como “Diseño del mercado eléctrico” que regulará estos pagos por capacidad a partir de 2021. Así que estamos en un momento importante para poner cordura a este despropósito.
El Parlamento Europeo ya votó el pasado febrero limitar estas controvertidas subvenciones a las térmicas de carbón, gas, fuel y nucleares. También se mostró a favor de priorizar las renovables producidas a pequeña escala y facilitar que las personas generen y compartan la electricidad en sus comunidades, de acuerdo a lo establecido en la nueva directiva de energías renovables. De las propuestas de la Comisión Europea, apoyó exigir una evaluación sobre la oferta y la demanda eléctrica en toda la UE.
Una puerta a la esperanza para que las subvenciones a las energías sucias desaparezcan, o al menos que los pagos por capacidad se regulen de manera más estricta y transparente. Debemos caminar hacia un futuro en el que se invierta en nuevas fuentes de energía renovables, en eficiencia energética, en almacenamiento y acumulación o en la gestión de la demanda.