Si fuésemos paseando por nuestra ciudad y de repente viésemos sus monumentos más emblemáticos en venta o en oferta, ¡nos llevaríamos las manos a la cabeza! ¿Cómo íbamos a vender La Alhambra, el Parque Nacional de Timanfaya, El Teatro Romano de Mérida o la Sagrada Familia entre muchos otros? ¡y encima de oferta! ¿Pero, a cuento de qué?
Igual que esto nos sorprendería, escandalizaría y frustraría, nos hemos acostumbrado a que el planeta se ponga en venta en cada evento consumista y pase desapercibido. Detrás de cada oferta y de cada producto hay una historia, unos recursos y energía utilizados para que lleguen hasta nosotros. Todo para usarlos unos meses o unos años y que acaben en el vertedero mientras volvemos a comprar otros. Este consumismo depredador tiene su foco en las ciudades, que actualmente consumen más de dos tercios de la energía del mundo y representan más del 70% de las emisiones globales de CO2.
En 2019, solo la producción, el embalaje y el transporte de todos los productos que se compraron en Madrid durante el Black Friday fueron responsables del 1,7% de las emisiones anuales de la ciudad: el 81,11% de las mismas debido a la producción y comercialización de los productos. Esas emisiones serían equivalentes al carbono almacenado en 211 hectáreas de bosque templado, o como si cada habitante del planeta hubiese deforestado 4 m2 de bosque templado.
Cada día las ciudades fomentan esta situación con la publicidad consumista que en espacios e instalaciones públicas, haciendo de la ciudad un lugar en el que que si no consumes no puedes utilizar ciertos espacios, y donde no existe ningún apoyo a la reparación, la reutilización, el intercambio o las compras de segunda mano. Además, en lugar de apostar por un consumo sostenible, local y responsable, los Ayuntamientos siguen apostando por centros comerciales cada vez más grandes, que además de causar el cierre de zonas comerciales más antiguas y comercios locales del centro, generan problemas de movilidad urbana.
¿Que pueden hacer los Ayuntamientos para frenar esta locura? Hay tres demandas muy claras:
#1
Fomentar y apoyar fuertemente las alternativas al consumismo: reparar, intercambiar, las tiendas de segunda mano o en última instancia el comercio local en lugar de que sea a gran escala. Es fundamental que la reparación se fomente, a través de iniciativas fiscales y acercando estas alternativas a la población, para que esté ampliamente extendida.
#2
Eliminar la publicidad consumista y de combustibles fósiles de espacios públicos: cuanto más tiempo estamos expuestas a este tipo de publicidad, más se fomenta el consumismo. Los espacios públicos deben ser para la ciudadanía y fomentar la cultura y la calidad de vida, no el enriquecimiento y la destrucción del planeta de las grandes empresas.
#3
Limitar o restringir los permisos para abrir nuevos centros comerciales: apoyando al comercio local, que contribuye a la actividad en los barrios y a crear entornos urbanos seguros y caminables. La mayor presencia de centros comerciales en la periferia incrementa la dependencia del coche para llegar a los mismos, generando unos problemas de movilidad y atascos que repercuten al resto de la ciudad.