El poder corporativo, las grandes empresas y los grupos económicos buscan proteger los intereses de sus accionistas a toda costa, lo que incluye intentar controlar o dirigir la transición ecológica. Su objetivo es minimizar el impacto negativo en sus negocios y, al mismo tiempo, aprovechar las oportunidades que surgen en nuevos mercados emergentes.
A nivel internacional, las decisiones estratégicas más importantes sobre la transición se están tomando en las cumbres organizadas por las Naciones Unidas. Este año 2024, se celebrarán:
# Cumbre COP16 sobre Biodiversidad (CBD), Cali (Colombia) del 21 Octubre al 1 de noviembre.
# Cumbre COP29 sobre Clima (CMNUCC), Bakú (Azerbaiyán) del 11 al 22 de noviembre.
Nuestros «destroyers» corporativos, como es habitual, enviarán su grupo de representantes (ya sea directamente o a través de grupos de presión) para seguir ejerciendo su influencia sobre gobiernos e instituciones, orientando así los resultados de las cumbres hacia sus propios intereses.
Antes de analizar sus estrategias de presión, es importante revisar los temas que se abordarán este año en las Cumbres.
COP16: la naturaleza en juego
Hace dos años, en la COP15 sobre biodiversidad de las Naciones Unidas (CBD), se alcanzó un acuerdo histórico: el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal (KMGBF). Este pacto, firmado por 193 gobiernos, establece objetivos esenciales para prevenir el colapso irreversible de los ecosistemas que sustentan la vida en la Tierra. Entre estos compromisos, destacan:
- El reconocimiento de los derechos y roles de los Pueblos Indígenas como guardianes de la naturaleza.
- La necesidad de abordar conjuntamente las crisis climática y de biodiversidad y clima.
- La protección y restauración del 30% de los ecosistemas del planeta para 2030.
Greenpeace exige que, para evitar una mayor destrucción de nuestros ecosistemas, se proporcione financiación adecuada para proteger y restaurar la naturaleza, incluyendo el acceso directo para los pueblos indígenas y las comunidades locales. Un primer paso crucial es dotar de financiación pública por parte de los países del Norte Global:
Hasta 2025,
De aquí a 2030
mil millones de dólares anuales.
Además, los gobiernos deben eliminar las ayudas a las empresas contaminantes y destructoras. Debemos garantizar que los nuevos objetivos no se queden en meros compromisos sobre el papel y que haya avances concretos en la protección y restauración de los ecosistemas, tanto en tierra como en el mar. Los líderes políticos deben reconocer que los desequilibrios de poder neocoloniales son la causa fundamental de la actual catástrofe ecológica. Por ello, las negociaciones deben centrarse en la justicia, la paz, la igualdad y en buscar soluciones reales para el bien colectivo.
COP29: hacia el fin de los combustibles fósiles
Las cumbres climáticas mundiales son uno de las pocas herramientas para que los gobiernos se pongan de acuerdo y enfrenten la crisis climática provocada por los combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) a nivel mundial. En estas cumbres se han logrado avances importantes:
# Objetivo 1,5 grados: Acuerdo de París de 2015.
# Abandono de los combustibles fósiles: Cumbre de Dubái 2023.
Sin embargo, los intereses de la poderosa industria fósil siguen presentes cada año en estas cumbres (el número de representantes de la industria fósil fue mayor el año pasado que el de representantes de la sociedad civil, como las ONGs). Esto provoca que los avances sean demasiado lentos y, en muchos casos, decepcionantes. Resulta más trágico cuando los datos científicos muestran que las emisiones globales continúan aumentando, junto con la temperatura media del planeta, lo que agrava las catástrofes naturales como inundaciones, incendios, sequías y olas de calor, con consecuencias devastadoras.
Este año, la Cumbre del Clima se centra en la negociación de:
- Los fondos que los países del Norte Global deberán aportar para que los países del Sur Global puedan hacer frente a la crisis climática. Esto incluye la adaptación a los cambios futuros, la financiación de los desastres naturales que ya están ocurriendo y la reducción de sus emisiones.
- Un acuerdo ambicioso que garantice una cantidad mínima de nuevos fondos públicos, estimándose que se necesitan 1 billón de euros al año.
Greenpeace trabaja para que los gobiernos establezcan una hoja de ruta para eliminar los combustibles fósiles. Para ello es necesario aprobar nuevos impuestos verdes a la industria de los combustibles fósiles, que son los principales responsables de la crisis climática. Estos impuestos buscan compensar, aunque sea de manera mínima, la destrucción ambiental que provoca su actividad y reducir su rentabilidad en los mercados financieros (y así acelerar su abandono definitivo).
El lobby corporativo en las COPs: una influencia oculta
Para alcanzar los acuerdos urgentes que necesitamos para proteger los ecosistemas y el clima, es fundamental prestar atención a las negociaciones que se llevarán a cabo en Colombia y Azerbaiyán.
Debemos asegurarnos de que nuestros líderes políticos no se dejen influenciar por los intereses de grandes empresas contaminantes, como el Banco Santander o Repsol, así como por sus grupos de presión tanto nacionales como internacionales. Estas corporaciones participan en reuniones internacionales con el objetivo de mostrar públicamente sus aparentes esfuerzos en la lucha contra el cambio climático y las medidas que implementan para proteger la naturaleza, mientras continúan con prácticas que deforestan y destruyen ecosistemas, ocultándose detrás de soluciones engañosas. Es crucial entender cómo actúan estas corporaciones dentro de las COPs para poder contrarrestar su influencia y promover decisiones que realmente beneficien al medio ambiente y al conjunto de la ciudadanía.
¿Cuántos son?
Obtener estos datos no siempre es sencillo, ya que en muchas COPs las listas de asistentes no son públicas o se publican únicamente al finalizar la cumbre. En la COP28 de Dubái, según la coalición Kick Big Polluters Out, al menos 2.456 grupos de presión de combustibles fósiles tuvieron acceso a la cumbre, una cifra significativamente superior a la de la COP anterior. El listado de personas inscritas en la COP 28 identifica a cerca de un centenar de individuos vinculados a empresas españolas cuya actividad contribuye al calentamiento global1.
En cuanto a la COP15 de Biodiversidad, los listados de participantes se hicieron públicos una vez acabada; sin embargo, ya sabemos que en la COP16 ha aumentado el número de inscripciones y que las delegaciones son más numerosas, pero seguimos sin saber qué porcentaje pertenece a empresas o a otras delegaciones. El poder empresarial comienza a ver la importancia de esta cumbre de la biodiversidad al realizar pequeños proyectos de restauración de ecosistemas, o a hablar más de ello en sus memorias de RSC, algo que antes no habían hecho. Sin embargo, este reciente interés no les frena de seguir realizando su “bussiness as usual” de destrucción de la naturaleza.
¿Para quién trabajan?
Conocer quiénes son los empleadores de los lobbistas es fundamental. Los grandes contaminadores a menudo utilizan diversas estrategias para ocultar la identidad de sus principales patrocinadores. Por ejemplo, en la COP15 sobre biodiversidad, solo se hizo pública la lista de organizaciones participantes, pero no la de las personas involucradas. En contraste, durante las reuniones previas a la COP16 de biodiversidad, se publicó una lista de participantes que incluía a técnicos gubernamentales, ONG, empresas y bancos.
En la COP28 sobre clima, se observó un avance en la transparencia, ya que la organización publicó una lista provisional de participantes al inicio de la cumbre y una lista definitiva al finalizar el evento. Esta última reflejaba en gran medida las empresas y organizaciones para las que trabajaban los asistentes. Según una investigación de Climática en 2023 sobre la COP 28, se reveló que el Banco Santander envió al menos seis miembros acreditados a través de cuatro organizaciones diferentes: la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), el Real Instituto Elcano, el Grupo Español para el Crecimiento Verde y la delegación de Brasil.
Iberdrola también participó a través de varias asociaciones y delegaciones nacionales, incluyendo la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica, la Asociación Española para la Economía Energética, la Fundación para el Pacto Mundial, el Real Instituto Elcano y la delegación anfitriona de Emiratos Árabes. Además, los anfitriones invitaron a Javier Canalejo, jefe de relaciones internacionales de Repsol; Antonio Bravo Acín, jefe de estrategia y desarrollo de sostenibilidad de BBVA; y Carmen de Pablo, directora de Servicios Financieros, Económicos y Generales de Cepsa.
¿Qué hacen?
Las COP son un complejo proceso político que se divide en dos zonas: la Zona Azul y la Zona Verde. La ONU acredita a los asistentes en función de su rol dentro de las delegaciones de los estados.
En la Zona Azul se llevan a cabo las negociaciones formales, y solo tienen acceso los miembros de las delegaciones nacionales, empleados de Naciones Unidas, medios de comunicación y organizaciones observadoras.
Por otro lado, la Zona Verde está destinada al público en general, donde se organizan eventos como talleres, mesas redondas, instalaciones, exposiciones artísticas, demostraciones de tecnología y eventos de todo tipo para todos los asistentes.
Este esquema no deja espacio para las grandes corporaciones; sin embargo, logran acceder a la Zona Azul utilizando diversas justificaciones y formando conglomerados de organizaciones, que es donde realmente se toman las decisiones.
¿Son corporaciones o son estados ?
Uno de los principales desafíos en las cumbres climáticas son los estados que dependen de industrias con modelos dañinos y destructivos. No es sorprendente que estos países envíen una gran cantidad de delegados. Por ejemplo, en la COP28, los Emiratos Árabes Unidos, uno de los mayores productores de gas y petróleo, y cuyo gobierno e ingresos públicos dependen totalmente de los combustibles fósiles, lideraron con la delegación más numerosa, compuesta por 4.409 participantes.
Además, por tercer año consecutivo, se presenta la paradoja de que la cumbre de la COP, destinada a salvar el clima, se celebra en un país productor de petróleo, como Azerbaiyán, después de Egipto en 2023 y Dubái en 2022. Las empresas de combustibles fósiles, incluyendo las del petróleo, gas y carbón, no solo ejercen presión sobre los gobiernos (especialmente cuando éstos son propietarios de empresas petroleras públicas), sino que también desinforman a la opinión pública mediante diversas estrategias, invirtiendo enormes recursos en tergiversar la realidad y generar confusión sobre su responsabilidad en la crisis climática.
¿Son delegados o son lobbistas?
Cada delegación gubernamental se clasifica en dos categorías. La primera incluye a los miembros que forman parte de las «partes«, que representan la delegación oficial de cada país. La segunda categoría se denomina «party overflow«, que actúa como una segunda delegación del país, aunque sin las mismas credenciales. Los participantes inscritos en esta categoría no pueden representar plenamente a su nación ni hacer declaraciones oficiales en su nombre. Sin embargo, sí pueden estar presentes en las negociaciones cerradas a los observadores, por lo que tienen un gran poder de influencia: pueden escuchar directamente las negociaciones y asesorar en persona a los representantes de los gobiernos.
Por ejemplo, España envió a la COP28 del Clima un total de 246 personas: 82 funcionarios que participan en el proceso negociador y 164 personas adicionales, que incluyen a más personal del Gobierno, senadores, representantes de ayuntamientos y comunidades autónomas, empleados de la AEMET y jefes de la Guardia Civil, entre otros. En la categoría de «party overflow» de muchos países suelen encontrarse numerosos grupos de interés que no declaran a quién representan.
Este enfoque en la clasificación de delegaciones es fundamental para entender la dinámica de las negociaciones internacionales y la representación de los países en eventos clave como la COP28.