Nuestros océanos albergan ecosistemas únicos y una biodiversidad que aún no hemos logrado terminar de descubrir debido a su inmensidad. Los océanos son responsables del clima en la tierra, amortiguan el cambio climático y nos proveen de servicios ecosistémicos y alimentos. El aire que respiramos, además de gracias a los bosques, es en su mayoría gracias a los océanos, ya que el fitoplancton presente en los océanos produce entre el 50 % y el 85% del oxígeno que se libera cada año a la atmósfera.
Pero los océanos están sometidos a numerosos impactos que los están llevando al borde del colapso: la sobrepesca, la extracción de hidrocarburos, el tráfico marítimo, la contaminación por plásticos, el cambio climático, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad y la destrucción de los hábitats, y la minería submarina como nuevo impacto.
Las aguas internacionales representan el 61% de los océanos del mundo y supone el 70% de nuestro planeta. Menos del 1 % de nuestros océanos están protegidos. Por ello es de vital importancia el Tratado Global de los Océanos, un acuerdo con el que se pretende proteger y regular al menos el 30 % de las aguas internacionales para 2030, bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Aunque fue acordado en marzo de 2023 tras más de 20 años de lucha, necesitamos que al menos 60 países ratifiquen el Tratado para que este pueda entrar en vigor. Y nos hemos puesto la meta de que se logre, como tarde, en junio de 2025, para así poder declarar los primeros espacios protegidos que nos permitan alcanzar ese 30×30.
A fecha de mayo de 2024, el Tratado ha sido ratificado tan solo por 5 países: Palau, Chile, Seychelles, Belice y Mónaco (primer país europeo).
España, el país de la UE que más pesca
España es líder en la Unión Europea en cuanto a capturas de pescado se refiere. En el año 2022 capturó una quinta parte de las capturas de la UE. Nuestros océanos se encuentran en una situación crítica, el 35 % de los recursos pesqueros mundiales están sobreexplotados. Por ello, España y su flota juegan un papel clave en la sostenibilidad de los océanos.
La pesca industrial o no sostenible genera grandes impactos ambientales como la pérdida de biodiversidad por la pesca incidental o bycatch, la destrucción de hábitats, las elevadas emisiones de CO2 y la contaminación por artes de pesca fantasma (grandes redes a la deriva en el mar). También es importante destacar los impactos y problemáticas que sufre el sector a nivel social, como la competencia desleal entre pesquerías, la falta de relevo generacional y el trabajo precario (semiesclavitud) como Greenpeace ha denunciado en Indonesia. Cerca del 70 % del pescado que consumimos en España es importado y, del 30 % restante, que procede de nuestra flota, un 10 % es de pesca artesanal, mientras que el 90% restante es de pesca industrial.
Esto es lo que amenaza a los océanos
Aunque se ha avanzado en materia de conservación de los océanos en los últimos años, estos siguen estando en peligro crítico y cuentan con numerosas amenazas, entre las que destacamos:
#1 La sobrepesca y la acuicultura industrial
El 35 % de los recursos pesqueros mundiales están sobreexplotados. La pesca industrial genera daños sobre los fondos marinos y la biodiversidad, debido a la pesca masiva de especies y la baja selectividad de muchas de sus artes de pesca, además de la destrucción de los fondos marinos. La acuicultura industrial supone una gran amenaza, ya que hay que alimentar a las especies con pescado y harina de pescado, por lo que se seguirán explotando recursos pesqueros, principalmente de otros países, que disponen del pescado como única fuente de proteína en su alimentación. Además, se seguirán degradando los ecosistemas marinos, ya que no estaríamos reduciendo la sobrepesca y el impacto de la pesca industrial sobre hábitats y especies marinas. También se emplean productos de origen agrícola, cuya relación con la deforestación está demostrada, por lo que los impactos no se quedan sólo en el mar. La acuicultura de especies carnívoras es insostenible: son las macrogranjas del mar. Para que un atún rojo engorde 1 kilo hacen falta 20 kilos de alimento a base de pescado fresco.
#2 La contaminación
Especialmente la generada por plásticos. En la actualidad, el plástico representa el 95 % de los residuos que flotan en el Mediterráneo y acaban en sus playas. La mayor parte de este plástico acaba en el mar proveniente de Turquía y España, seguidos de Italia, Egipto y Francia, países donde los turistas incrementan la basura marina en un 40 % cada verano. Se estima que cada segundo 200 kilos de basura llegan al mar y un 80 % de ella viene de tierra.
#3 El cambio climático
Los océanos absorben anualmente cerca del 33 % de las emisiones a la atmósfera de CO2 producidas por la actividad humana. El aire que respiramos además de gracias a los bosques, es en su mayoría gracias a los océanos, ya que el fitoplancton presente en los océanos produce entre el 50 % y el 85 % del oxígeno que se libera cada año a la atmósfera. Por tanto, los océanos regulan el clima y nos ayudan a combatir la crisis climática en la que nos encontramos.
#4 Pérdida de hábitats
Los océanos están sufriendo una pérdida de hábitat, y esto se acentúa en las zonas costeras debido a su cercanía a las poblaciones humanas, por las presiones ejercidas por las actividades antrópicas, como la construcción de puertos o paseos marítimos que alteran las corrientes marinas y esto genera a su vez un daño sobre los ecosistemas. Además, como consecuencia de la absorción de CO2 por los océanos, se produce la acidificación de los mismos, es decir, se altera el pH del agua, provocando daños irreparables en especies marinas como los corales, que no soportan estas nuevas condiciones del mar y acaban muriendo.
#5 Minería submarina
Las empresas y gobiernos principalmente del norte global quieren poner en marcha una nueva industria para extraer nódulos de metales de las profundidades marinas, a más de 4.000 metros de profundidad, lo que generaría unos daños irreparables sobre ecosistemas clave para la vida en la Tierra y que albergan especies aún por conocer. Para ello necesitan bajar unas máquinas del tamaño de una ballena azul a esa profundidad y levantar todo el fondo marino, destrozando todo a su paso. Algunas empresas quieren obtener licencias para extraer estos minerales de los fondos marinos, principalmente de una zona llamada Clarion-Clipperton, situada en el océano Pacífico entre Hawaii y México, en aguas internacionales.
Aún estamos a tiempo de parar un impacto que todavía no existe. Es como si en la era del petróleo hubiéramos tenido la oportunidad de parar esta industria extractiva.