23-01-2024

Necesitamos renovables, pero tenemos que hacerlo bien

La crisis climática y sus efectos son cada vez más evidentes. Lo estamos viviendo en primera persona, también en España, con constantes récords de temperatura, incendios devastadores e inundaciones históricas. En este contexto, es urgente descarbonizar la economía y nuestra forma de consumir energía, poniendo en el centro del cambio la protección de la biodiversidad y la lucha contra las crecientes desigualdades sociales. Para llevar a cabo esta transición necesitamos abandonar los combustibles fósiles y la energía nuclear, reducir la demanda de energía y establecer un sistema 100% renovable.

La implantación de las energías renovables es crucial para lograr el abandono de los fósiles y la nuclear, principales causantes de la crisis climática, pero esto no significa que puedan implementarse sin ninguna precaución: los beneficios son muchos, pero la energía renovable ha de desplegarse de forma que todo su potencial positivo, para la biodiversidad y las personas, llegue a materializarse y a repartirse de forma justa. Además, tenemos que asegurar que se haga a tiempo para luchar contra la crisis climática (antes de 2040) y sin dejar a nadie atrás.

A través de una planificación territorial bien hecha, la prohibición de las actuales malas prácticas y una participación ciudadana significativa, las energías renovables pueden contribuir a dar una respuesta sinérgica a las crisis climática, energética y de biodiversidad. Todo esto combinado con la eficiencia y la suficiencia energéticas.

Molino de Pujalt
Molino comunitario de Pujalt, Catalunya.

Sin embargo, hay empresas que siguen poniendo sus beneficios económicos por encima del cuidado de las personas y el planeta, incluso en el despliegue de las energías renovables, repitiendo el mismo esquema de los combustibles fósiles. Como resultado, el despliegue, especialmente de las plantas en suelo, se está dando de forma desordenada, a menudo en manos de pocas empresas, sin tener en cuenta las necesidades de las comunidades que las acogen y considerando las garantías ambientales como obstáculos o meros trámites que cumplir lo más rápido posible.

Esto no puede seguir así. La expansión de las renovables puede perfectamente ser beneficiosa para todo el mundo, siempre que se respeten algunas salvaguardias básicas de cuidado de la biodiversidad, el territorio y las personas que vivimos en él.

Por eso, en Greenpeace hemos publicado un informe en el que analizamos las malas y buenas prácticas más comunes en algunas de las comunidades autónomas en las que el despliegue de renovables está siendo más rápido. Hemos recogido ejemplos concretos de cada una de ellas para evidenciar sus impactos. Porque las que hoy son solo buenas prácticas deberían ser obligatorias siempre y las malas prácticas, prohibidas y erradicadas.

Exigimos a las administraciones que legislen para que nadie ponga sus beneficios económicos por encima de las personas y el planeta, ni siquiera en el necesario desarrollo de las energías renovables.

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