Entrada de blog por Maria Prado - 13-04-2021


Compartir el sol, una tarea pendiente que necesita de un gobierno valiente

Que en España un 65% de la población vivamos en pisos, que las ciudades sean las grandes emisoras de gases GEI (Gases de Efecto Invernadero) y en ellas nuestros edificios sean responsables del 38% de las emisiones de CO2; que Europa y España marquen la descarbonización de nuestra economía y transición energética como los grandes objetivos y palancas de cambio, y que nuestro Gobierno presuma además de Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para poner a las personas en el centro y no dejar a nadie atrás….

Parecerían razones suficientes para haber esperado que nuestro Gobierno apostara como prometió por un desarrollo normativo del autoconsumo que impulse de una vez por todas el facilitar a la ciudadanía los mecanismos para una penetración masiva, rápida y flexible de este, como por ejemplo: energía solar compartida en todos nuestros tejados. Energía que en teoría deberíamos poder gestionar y compartir con el vecino o quien queramos con flexibilidad y con la lógica de nuestros hábitos dinámicos.

En vez de esto el Gobierno ha sacado a consulta pública la normativa que NO facilitará un reparto dinámico y flexible como prometía el espíritu de la ley del autoconsumo (RD 244/2019) y que necesitamos como sociedad. La propuesta actual exige informar con una antelación de 12 meses del reparto de la energía generada por el colectivo para cada hora del año siguiente. Ni dinámica ni variable, más bien fijo-horario y un ejercicio disuasorio y de previsión imposible.

Así que frases como: “vecino salgo de viaje, usa tú esta semana toda la energía limpia y gratuita que nos producimos con nuestras placas solares”… tendrá que seguir esperando. A cambio, la seguiremos regalando a las eléctricas a precios irrisorios. Buen negocio para algunos y poca reinvención de la energía de nuestras ciudades.

Naturalmente no vamos a aceptar esa propuesta y hemos alegado, junto con más de 60 entidades que conformamos la Alianza por el Autoconsumo, y propuesto soluciones. Nada estrambóticas ni complicadas, por cierto. En Francia ya existen y funcionan sin problemas: los franceses producen energía con sus placas solares y otras renovables, la comparten con sus vecinos o colectivos varios (industrias, empresas) y a final de mes se factura a cada uno según el consumo real y no en base a imposibles previsiones imaginadas que nos obligarán aquí a tirar excedentes a la red y continuar comprándola a incomprensibles y elevados precios.

Por cierto en Francia está abierta a compartir hasta 2 km de distancia entre generador y consumidor y, en zonas rurales, ¡pueden extenderse hasta 20 km! En España alguien decidió que el máximo para compartir son 500 metros.

No puedo evitar sentir cierto deja vú de años pasados donde las eléctricas consiguieron dictar la política energética de este país para retrasar y disuadir a la ciudadanía de participar en ella. Perdimos un tiempo de oro en el país del sol.

Afortunadamente (aunque seguimos con dichas eléctricas integradas verticalmente en los negocios de generación, distribución y comercialización) ya hemos recuperado en Europa el derecho a decidir sobre nuestra energía, y nuestro gobierno tiene ahora la oportunidad de recuperar el vergonzoso tiempo perdido para frenar el cambio climático y trasponer correctamente la regulación pendiente. Solo así el malgastado eslogan de poner a la gente en el centro del sistema energético dejará de estar vacío. ¡Sean valientes señores del gobierno!.

Las cosas no están cuadrando si tras los 2 años de autoconsumo que llevamos la sociedad entera no hemos dicho: sí, me pongo placas mañana mismo. Sabemos que es sencillo, asequible (el coste puede llegar a la mitad en aquellos municipios que lo facilitan a través del IBI y hay empresas que hasta lo instalan gratuitamente). Pero sobre todo, es una obligación para con el planeta y nuestros hijos. Alemania multiplica por 80 el autoconsumo residencial, aquí nuestra tasa es del 0,1%.

Cierto que nos falta hacer pedagogía sobre el cómo, recuperar la cultura colaborativa e incluso dejar de pensar en términos de amortización (nadie lo hace al comprarse el móvil, la televisión o el coche) pero lo que es crucial es tener a un gobierno comprometido con ambición con lo que pregona y con la ciudadanía, y no solo con los intereses de las multinacionales que se apuntarán al tren de los fondos de recuperación sin atisbo de duda.

El gobierno tiene la oportunidad de optimizar el reparto de la energía para desbloquear el autoconsumo compartido que debería despegar, usando datos reales de consumo, datos disponibles que nuestras distribuidoras conocen perfectamente pues así nos lo registran con modernos equipos de medidas y nos facturan. Así que no, no nos vamos a creer a estas alturas que no hay tecnología moderna disponible para facilitar estos procesos o que en Francia las eléctricas sean más listas. Sí mejor reguladas aparentemente, así que menos greenwashing y más apostar por una ciudadanía que sí queremos participar en la transición energética.

Maria Prado - autor del blog.
Maria Prado
María Prado, Ingeniera de Montes por la Universidad Politécnica de Madrid. Responsable de Campaña de Renovables y Transición Energética.
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