Los nuevos tapones de las botellas de plástico están diseñados para cuidar el medio ambiente, no para mortificarte
La medida mejora el reciclaje y disminuye la cantidad de plásticos que acaban en el mar y que ya se encuentran hasta en las placentas de las mujeres embarazadas.
Guillem Sanchis
Puede parecer una ocurrencia pensada para dificultar la vida, si es que es tan difícil abrir un envase de plástico en el que el tapón queda adherido, pero el nuevo diseño de los tapones tiene un porqué muy claro: mejorar la valorización y el reciclaje de los residuos plásticos, uno de los mayores problemas medioambientales y de salud pública de hoy en día.
Porque hay que reconocerlo: existe un problema con los residuos plásticos. Diferentes estudios han demostrado que se encuentran microplásticos en las placentas de las mujeres embarazadas y en alimentos como el pescado y el marisco o la sal de mesa, por nombrar solo algunos. Otros análisis científicos cuantifican en el equivalente a una tarjeta de crédito los plásticos que consume un humano en una semana. Hay plásticos y microplásticos por todas partes, y los tapones suponen un problema, ya que se pierden en el proceso de reciclaje.
Los datos ofrecidos por Ecoembes sobre la cantidad de residuos reciclados tampoco son del todo fiables, como viene demostrando desde hace tiempo Greenpeace. Así que dentro de una iniciativa europea para mejorar el tratamiento de estos residuos, la Directiva Europea de Plásticos, se aprobó en España la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que incluía otras medidas enfocadas a eliminar los plásticos de un solo uso, como las pajitas, los vasos y platos o de los palos de los globos, y hacía responsables a los productores del posterior reciclado de los residuos.
La obligación de fabricar tapones unidos a las botellas en España “responde a un objetivo claro: reducir el impacto ambiental de los residuos plásticos evitando que los tapones, a menudo desechados de forma separada, terminen en vertederos o en el océano. De este modo, se pretende fomentar una economía circular y mejorar la tasa de recuperación de materiales”, explica Julio Barea, de Greenpeace España. Al unir los tapones a las botellas, “se simplifica el proceso de reciclaje y se promueve una mayor conciencia ecológica entre los consumidores. Con estas acciones, España se alinea con los objetivos europeos de sostenibilidad”, añade Barea.
Tapones en necropsias de animales
Los tapones suponen un problema añadido a la ya de por sí complicada e ineficiente recogida separada y valorización de estos residuos. “Desde que tenemos datos de recogidas de plásticos e informes científicos sobre mortandad de animales por plásticos, los tapones aparecen como un elemento muy importante, uno de los más abundantes en la naturaleza y en las necropsias de fauna silvestre”. Los tapones “no solo aparecen porque alguien los tira deliberadamente en la naturaleza, sino que se pierden en el tromel del sistema de reciclaje, al igual que sucede con yogures o sobres monodosis”, según informó Greenpeace recientemente.
Es decir, al filtrar los residuos en unos enormes tambores por los que se separan por tamaño, tapones, yogures y otros plásticos se pierden. Y “si algo se pierde en el tromel, no se valoriza, es decir, no se gestiona y, por tanto, puede acabar en vertederos o incineradoras”, continúa la organización. Si estos residuos perdidos acaban en un vertedero, es muy fácil que pueda afectar a la fauna. “Hay gente que tiraba ese tapón bien y, sin embargo, por este sistema, se perdía”. El tapón es, por tanto, un problema más allá de que alguien se vaya al campo y lo tire. Su aparición en la naturaleza o su pérdida en el sistema de reciclaje lo hacen un gran elemento contaminador.
¿Sirve para algo?
La cuestión es: ¿sirve para algo unir los tapones a las botellas? La lógica dice que, sin duda, sí. La separación mecánica en el tromel de las plantas de tratamiento de residuos ya no provocará la pérdida de los tapones, lo que ahorrará toneladas de residuos plásticos en vertederos y en el medio natural. Pero ¿es esta medida suficiente para solucionar el grave problema del plástico?
Desde Greenpeace sostienen que hay que “transitar a una reducción de los envases de un solo uso a través de su reutilización o el rellenado. El problema de los tapones se acabaría rellenando o reutilizando las botellas en los establecimientos”. Sin embargo, continúan, “la industria del lobby y del envase hizo mucha presión y prefirió poner en marcha la medida de los tapones antes que transitar hacia otro modelo mucho más sostenible”.
Para Julio Barea, “esta iniciativa ha demostrado cierta efectividad al prevenir que los tapones terminen en vertederos. Sin embargo, su implementación efectiva depende de la concienciación y colaboración de los ciudadanos, y de que las marcas y Ecoembes promuevan esto como algo necesario y positivo”.
Beneficios para el medio ambiente
A pesar de los beneficios para el medio ambiente que, sin duda, se lograrán, se requieren acciones complementarias para lograr una gestión integral de residuos. “Por ejemplo, la implantación de un sistema de devolución y retorno de envases (SDDR), algo que lleva reclamando Greenpeace España desde hace casi 20 años. En definitiva, aunque positiva, la estrategia presenta desafíos que aún deben abordarse”, añade Barea.
Pero la medida más visible de la nueva ley, los tapones unidos a las botellas, tiene mala prensa. Para Julio Barea, “la polémica en torno a los tapones ha generado un rechazo notable entre la opinión pública y los medios porque es percibida como una medida insuficiente para abordar el grave problema de la contaminación; y es cierto, ya que no soluciona el problema de qué hacer con los 30 millones de envases de bebidas que contaminan todos los días el medio ambiente al nos ser recogidos correctamente para ser reciclados”.
Los críticos, que no conocen bien los procesos, “argumentan que, al mantener los tapones, se fomenta la confusión en los procesos de reciclaje y se podría comprometer la calidad de los materiales recuperados”. Además, “la falta de campañas de sensibilización efectiva ha intensificado la desconfianza hacia esta iniciativa. En consecuencia, la percepción negativa persiste”, concluye el representante de Greenpeace.
Redoblar la apuesta
En un contexto de relativa hostilidad hacia una medida objetivamente buena para el medio ambiente, la organización ecologista redobla la apuesta. “Es fundamental realizar campañas informativas que destaquen los beneficios ambientales y económicos de esta práctica e involucrar a fabricantes y comerciantes en la promoción de la iniciativa, algo que también podría generar un mayor compromiso en la ciudadanía”. Además, Barea apuesta por “establecer incentivos para los consumidores que adopten esta conducta para reforzar la idea de una responsabilidad compartida hacia el medio ambiente. Así, la colaboración entre todos los sectores sería clave para su éxito”.
Greenpeace sigue insistiendo en la necesaria eliminación de la utilización de plásticos de un solo uso y la implantación de un sistema SDDR para todos los envases, donde se incluyan los envases de vidrio de forma obligatoria. Además, tal y como concluye Barea, aboga también por “la educación ambiental para sensibilizar a la ciudadanía sobre la correcta gestión de residuos y por el establecimiento de un marco regulatorio más estricto para garantizar el cumplimiento de las metas establecidas en la ley”.
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