La justicia se sitúa en el centro de la acción climática

La COP27 no puede estar ajena al mundo en que vivimos. Nuestra realidad está compuesta por unos precios energéticos elevados, por la inflación, por unos impactos climáticos visibles y trágicos, así como por la incertidumbre y unas desigualdades que solo empeoran. Un mundo donde numerosos Gobiernos y empresas aprovechan las distintas crisis para aumentar la extracción de recursos, la destrucción medioambiental y el consumismo.

Pero la justicia climática no es un traje que los Gobiernos se pueden poner o quitar según el contexto. Para que la COP27 sea un éxito es crucial que las negociaciones tengan en cuenta tanto la interconexión de estas crisis como las ideas que están surgiendo en todo el mundo para solucionarlas: el despliegue de un sistema energético 100% renovable que beneficie a la población local, una transición justa para el personal laboral, inversiones en ahorro energético para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, un sistema de alimentación y uso de la tierra sostenible, y una financiación climática adecuada para ayudar a los países vulnerables a hacer frente a los impactos climáticos.