Greenpeace: presentación del informe 'Crisis a toda costa'
La costa catalana en riesgo: empezaremos a perder playas en los próximos diez años
- Toda la costa sufrirá retrocesos importantes, especialmente el Maresme y el Delta del Ebro, pero se siguen diseñando insostenibles proyectos turístico
- Greenpeace presenta hoy un informe que repasa los principales riesgos en Cataluña y el resto de comunidades del litoral: destruir la costa es exponer a millones de residentes
- La subida del nivel del mar, el aumento de la temperatura marina, la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos y la turistificación masiva, principales causas de peligro
Greenpeace presenta hoy el informe Crisis a Toda Costa 2024. Análisis de la situación del litoral ante los riesgos de la emergencia climática (ver AQUÍ extracto de Cataluña), donde realiza una radiografía del estado de los más de 8.000 km de costa ante las amenazas que vienen.
Riesgos en el litoral
No hay región costera, y Cataluña destaca negativamente en este sentido, que no esté expuesta a riesgos por exceso de urbanización e infraestructuras, contaminación, barreras artificiales (como diques, espigones, paseos marítimos o puertos deportivos), el despilfarro de recursos naturales y el encauzamiento, soterramiento y desvíos de cauces fluviales.
Todas estas actuaciones han provocado desequilibrios que se traducen en el retroceso y la pérdida de las playas, y con ellas, su función de barrera protectora, lo que supone un riesgo para millones de personas residentes en el litoral. Playas y paseos marítimos desaparecen con cada temporal o DANA, mostrando que las medidas aplicadas hasta ahora (contener al mar con cemento y hormigón y reponer arena artificialmente en las playas) son inservibles. Las regeneraciones artificiales de arena se han llevado en la costa catalana más de 1.500 millones de euros en la última década. La situación es especialmente grave en la costa del Maresme, donde el aumento de la erosión, la reducción de aportes naturales de sedimentos y la destrucción de los ecosistemas costeros provocan, al igual que en otros puntos del Levante, que las playas prácticamente desaparezcan en invierno. El peor caso es el de la playa de Montgat, donde ha desaparecido el 90% de su arena.
Los paseos marítimos están en entredicho. Juegan un papel muy negativo para la supervivencia de las playas al limitarlas impidiendo que ejerzan su papel como disipadoras de la energía que viene del mar. Los 11 paseos marítimos con más riesgo de sufrir las consecuencias de la crisis climática se concentran sobre todo en la mitad norte de Catalunya: Llançà, L’Escala, Pineda de Mar, Vilassar de Mar, Premià de Mar, El Masnou, Montgat, Salou, L’Ampolla y dos paseos marítimos de Sitges.
A estas malas prácticas hay que sumar las debidas específicamente al cambio climático:
- La subida del nivel del mar afectará muy significativamente a la costa catalana. Para 2030, y según estimaciones de la NASA, se esperan impactos muy graves en la costa. En Barcelona, para finales de siglo la costa puede retroceder hasta 70 metros. Este ascenso pondrá en riesgo las siguientes áreas en tan sólo seis años:Girona: Empuria Brava, Sant Pere Pescador, Sant Martí d’Epuries, L’Estartit, Mas Pinell, Torroella de Montgrí, Palamós, Sant Feliu de Guíxols, Lloret de Mar y Blanes.Barcelona: Mataró, Premià de Mar, Alella de Mar, Sant Adrià de Besòs, La Barceloneta, Delta del Llobregat, Garraf y Vilanova i la Geltrú.
Tarragona: Calafell, Coma-ruga, Torredembarra, Cambrils, L’Ametlla de Mar y el Delta del Ebro.
- El aumento en frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos como olas de calor, sequía, lluvias torrenciales, temporales, incendios e inundaciones está pasando ya una elevada factura a la costa catalana. Si a ello, le sumamos el incremento constante de la temperatura de mares y océanos y la pérdida de oxígeno disuelto en el agua, se disparan de forma exponencial los riesgos.
Además, un 15% de la superficie urbanizada está en zona inundable (marítima o fluvial), lo que aumenta mucho el riesgo durante las lluvias torrenciales. Tan sólo en Girona hay más de 15.000 viviendas en zonas inundables. El Servicio de Protecció Civil de la Generalitat ha señalado que el riesgo de inundación es la primera causa de pérdidas económicas y vidas humanas en Cataluña. Las zonas donde existe el mayor riesgo de inundación son: Delta del Ebro, el tramo entre Malgrat de Mar y Blanes, zonas próximas al delta del Llobregat y Besòs (área metropolitana de Barcelona) y varios puntos del Alt Empordà.
En el Delta del Ebro, la erosión y la subsidencia (hundimiento del suelo) ya estaban causando daños, pero el cambio climático lo está devorando literalmente. Los temporales y la subida del nivel del mar hacen desaparecer sus playas kilométricas; en los últimos 15 años ha desaparecido un kilómetro y medio de costa. Los cultivos de mejillones se están resintiendo gravemente: en menos de una década, la producción ha descendido de diez a tres millones de toneladas. Los planes para su conservación son solo parches, el Delta no sobrevivirá si no le llegan suficientes sedimentos del río Ebro.
La turistificación afecta severamente a la costa catalana, especialmente a Barcelona, donde la situación es tan insostenible que el Ayuntamiento ha anunciado medidas para poner límite tanto a los alquileres turísticos como a la afluencia de cruceros en la ciudad. Sin embargo el proyecto de construcción de la 7ª terminal de cruceros continúa en marcha y el Ayuntamiento estima que Barcelona todavía tiene potencial para 5000 plazas hoteleras más. Megaproyectos como el Hard Rock planeado entre Vila-Seca y Salou (Tarragona) necesitarían la misma cantidad de agua que 30.000 personas.
“Durante décadas hemos deformado la costa a nuestro antojo, pero eso ya no funciona más. Ya no llegamos a anticiparnos al problema, porque ya está aquí, pero las soluciones tienen que ponerse en marcha con urgencia. Todo retraso resultará en mayores costes económicos y humanos”, explica María José Caballero, responsable de Costas en Greenpeace España.
Soluciones para la costa
Es urgente hacer frente a estos riesgos. Tan sólo con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40% del retroceso de las playas de todo el mundo. También son necesarias medidas de adaptación a todos los niveles (municipal, autonómico y estatal) que minimicen los daños y busquen soluciones reales y duraderas. Las soluciones aplicadas hasta ahora, como las regeneraciones artificiales de playas y la reconstrucción de paseos marítimos, ya no sirven. Cada nuevo temporal destruye las costosas intervenciones artificiales que no atienden a la raíz del problema. Sólo entre 2016 y 2020 se gastaron cerca de 60 millones de euros en la reposición artificial de arena en las playas.
Las soluciones han de ser locales, porque cada tramo de litoral tiene características propias, pero deben ser acordadas por las administraciones y participadas por la ciudadanía de forma urgente. Proteger y conservar las playas supondría un beneficio 150 veces superior a dejar que sigan deteriorándose.
“La costa nos protege de los eventos meteorológicos extremos y la subida del nivel del mar provocados por el cambio climático, pero seguimos maltratándola. La pérdida de sus características naturales tiene que revertirse para que pueda protegernos”, explica Fernando Fernández, coordinador en Cataluña.
Para revertir la situación actual, resulta imprescindible:
- Aplicar políticas ambiciosas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y normativas de adaptación y protección de la costa de acuerdo con lo que marca la ciencia.
- Devolver la calidad ambiental a los espacios costeros para tener sistemas naturales estables que protejan de los peores riesgos.
- Acabar con la contaminación que empobrece la calidad de las aguas y nos supone el pago de cuantiosas multas a la Unión Europea.
- Poner coto a la turistificación masiva a través de medidas como la limitación de vuelos y cruceros, el establecimiento de tasas por pernocta que repercutan en la mejora de los servicios públicos y la regeneración de ecosistemas o la limitación de alojamientos turísticos y la participación ciudadana en la planificación turística.
- Introducir las previsiones sobre el cambio climático en la planificación urbanística y de infraestructuras.
- Impedir la construcción de infraestructuras y la urbanización que generen barreras artificiales que hacen de pantalla e impiden que la arena se deposite en las playas y aumentan la virulencia de los temporales marinos.
- Conservar y facilitar la expansión hacia el interior de marismas y humedales (son grandes disipadores de la energía del mar y, por tanto, muy buenos aliados en la protección). Prohibir proyectos en estas zonas y retirar las que existan.
- Revisar los deslindes (la delimitación) que determinan el dominio público marítimo-terrestre (100 metros en zona no urbanizable y 20 en zonas urbanizables), que constituye la zona mínima de protección frente a DANAS, temporales y la subida del nivel del mar.
- Recuperar las zonas inundables. En España, las inundaciones son, después de las olas de calor, el segundo fenómeno natural que más muertes provoca. Liberarlas de construcciones (su presencia aumenta exponencialmente los daños y riesgos) y recuperar los cauces naturales de ríos y avenidas.
- Promover la investigación científica de las afecciones provocadas tanto por las barreras artificiales como por el cambio climático en los ecosistemas, las especies marinas y la salud de las personas.
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