1×3: La oferta ruinosa del gas
Con viajes al súper que cada vez se parecen más a una prueba de supervivencia, toparse con un cartel de 3×1 hace ilusión a cualquiera. Más allá de la letra pequeña, lo de las tres cosas por el precio de una suena a buen trato.
Pero, ¿qué pensarías de una oferta 1×3? Supongo que me dirías que esa “ganga” me la quedara yo. Pues bien, este tipo de negocio desastroso existe y se llama gas fósil. Hoy te hablo de la oferta ruinosa del gas y cómo, si tienes luz y gas en casa, pagas tres veces.
Primero: la materia prima
El primer ingrediente de la oferta ruinosa del gas lo encontramos en la materia prima. El gas es un bien de mercado cuyo precio varía en función de unos mercados internacionales muy volátiles. Y como nos llega de lugares como Argelia, EEUU, Rusia o Nigeria, su precio también depende de una endiablada suma de factores geopolíticos y de comercio internacional. Pero quédate con este titular: quienes controlan el precio del gas son los grandes productores y los grandes compradores, no los pequeños consumidores.
Para saber lo que pagas por el gas en tu factura, debes fijarte en el término variable o término de consumo del gas. Se calcula multiplicando el consumo realizado en unidades de energía (kWh) por su precio (Euros/ kWh). El precio dependerá mucho de la tarifa que tengas contratada.
Quienes controlan el precio del gas son los grandes productores y los grandes compradores, no los pequeños consumidores.
A su vez, esa tarifa depende de tu comercializadora. Ésta te pone un precio en función de lo que le ha costado el gas más su beneficio empresarial. Las comercializadoras lo que hacen básicamente es comprar el gas al por mayor en los mercados internacionales y, como no saben exactamente lo que van a consumir sus clientes, compran una cantidad fija anual a la baja a un precio económico en el llamado mercado a largo plazo. Luego si necesita más, compra día a día o mes a mes en los llamados mercados diarios o spot. Esto sale más caro, pero le permite cubrir la demanda específica de sus clientes. Al final, tu tarifa es una combinación de los precios a largo y corto plazo del gas.
Nota: Si tienes tarifa regulada por el Estado o TUR (Tarifa de Último Recurso) la cosa no cambia mucho. La comercializadora te ofrece una tarifa habitualmente más baja que el mercado libre sobre todo en contexto de precios altos. El Estado le paga a las comercializadoras TUR la diferencia entre lo que cuesta el gas y la subida máxima permitida. El TUR se revisa cada tres meses, peroe al final es el Estado, con tus impuestos, quien amortigua las subidas del precio del gas. En conclusión: todas las personas pagamos a través de nuestros impuestos generales las medidas para controlar el precio final del gas, independientemente de si lo consumimos o no. |
Segundo: las tuberías
La infraestructura que trae el gas a tu casa también la pagas en la factura. Esto es lo que conocemos como peajes de gas. En concreto,lo haces a través del término fijo, es decir, el coste que pagas siempre en tu factura, independientemente de lo que gastes. Se cobra normalmente en euros por día y no puede elegirse, te lo asigna la comercializadora en base a tu consumo anual medio. Hay tres escalones básicos para viviendas: hogares con solo cocina y agua caliente a gas (hasta 5.000 kWh); hogares con calefacción, cocina y agua (entre 5.000 y 15.000 kWh/año) y hogares grandes con calefacción, cocina y agua (entre 15.000 y 50.000 kWh/año).
Independientemente del gas que consumas, también pagas por la infraestructura que lo trae a tu casa. Esto se conoce como peaje del gas.
Con el tramo fijo pagamos toda la infraestructura, desde el mantenimiento de la red de tu barrio hasta los almacenamientos subterráneos, el tubo submarino que trae el gas de Argelia, toda la red de gasoductos que cruzan el país para transportar y distribuir el gas o la planta que regasifica el gas licuado cuando viene en barco de Rusia o EEUU. En España tenemos una red sobredimensionada de siete regasificadoras y más de 100.000 km de tuberías cuyo uso es muy bajo comparado con su capacidad nominal. Todo esto hay que pagarlo. Por ello, en comparación con otros países europeos tenemos un tramo fijo muy alto, que puede llegar a suponer el 40% de la factura.
El actual esquema de pagos existente en España garantiza a los dueños de las infraestructuras gasistas la recuperación de su inversión, independientemente de que estas se utilicen o no. Los hogares soportamos más proporcionalmente que las industrias y eso hace que el precio total del gas en viviendas sea uno de los más altos de Europa. |
Tercero: la luz
La luz, es decir, la electricidad, se produce en parte con gas en grandes centrales eléctricas, y claro, ese gas también lo pagas en tu factura de la luz, tengas o no gas en casa. En el sistema eléctrico español, el precio de la luz lo fija la fuente de energía más cara que se necesita para cubrir la demanda en cada momento. Esto puede llevar a situaciones incoherentes como que, aunque la mayor parte de la electricidad provenga de fuentes renovables, el gas acabe marcando el precio en ciertas horas del día. Es una locura, pero así funciona hasta que se realicen cambios en el mercado eléctrico.
Una buena noticia: gracias al récord de instalación de renovables en 2024 (que generaron un 55,9 % de toda la electricidad del país), la electricidad ha sido un 28 % más barata que en 2023, aunque el precio del gas este año ha estado más caro. En enero, el precio del gas aumentó un 67 % el coste de producir electricidad con gas.
Gracias al récord de instalación de renovables, la electricidad en 2024 ha sido un 28% más barata que el año anterior.
Y una mala: como las plantas de producción de gas cada vez se usan menos debido al auge de las renovables, los dueños de las mismas se están quedando sin trabajo y piden un rescate que, de concederse, también se cargaría en nuestra factura eléctrica. Este es el llamado mercado de capacidad. El mercado de capacidad es un mecanismo para garantizar el suministro eléctrico en momentos de baja generación renovable, como cuando no hay suficiente sol o viento. Funciona mediante subastas, donde distintas tecnologías (hidráulicas, baterías, plantas de gas y grandes consumidores dispuestos a reducir su consumo) compiten ofreciendo un precio por estar disponibles cuando el sistema lo necesite.
El problema es que el Gobierno permitirá que las plantas de gas participen sin restricciones, lo que podría asegurarles beneficios a largo plazo a costa de los consumidores, que pagarán por mantenerlas operativas, incluso si no generan electricidad. En lugar de fomentar el almacenamiento renovable, el mercado de capacidad corre el riesgo de convertirse en un rescate encubierto al gas, perpetuando el uso de una fuente de energía cara y contaminante.
Conclusión
Ahora ya sabes cómo la oferta ruinosa del gas la pagamos tres veces. Pero esto no tiene por qué ser así. Si apostamos por un sistema 100 % renovable, con calefacción eléctrica eficiente y consumo colectivo, tendremos viviendas confortables con precios baratos y predecibles. Es decir, una energía libre de especulación y sin daños para el clima es posible.
Para conseguir esta transición energética necesitamos incentivos y ayudas para tener calefacción renovable, autoconsumo y buen aislamiento. Desde Greenpeace seguiremos trabajando para exigir políticas públicas valientes y decididas que saquen el gas de todas las casas y garanticen viviendas confortables para todas las personas.
Es hora de acelerar la transición. Es una cuestión de seguridad y justicia para las generaciones presentes y futuras.
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