Ni tren, ni avión, ni coche: así afectó Filomena a la movilidad
Si la borrasca Filomena ha dejado consecuencias en un sector, es en el transporte. La intensidad de la nevada y su gran extensión han provocado una disrupción en la movilidad cuyos efectos siguen vigentes casi una semana después. Un temporal que ha afectado a todas las formas de moverse: bloqueando las aceras y calzadas en pueblos y ciudades, interrumpiendo el tráfico ferroviario en gran parte de la Península e incluso paralizando aeropuertos como Barajas.
Los efectos de Filomena han superado el descenso de la movilidad que vimos durante el confinamiento duro de la pasada primavera, pues también ha parado el transporte de mercancías. Ya sea por la pandemia o por la nevada, en menos de un año hemos visto vaciarse las calles en dos ocasiones, algo que muchos nunca esperábamos llegar a ver. Ahora toca hacer balance de las lecciones aprendidas para cuando vuelvan a suceder.
La crisis climática está aquí: hay que adaptarse
Como nos repite la comunidad científica de forma incansable, estos fenómenos extremos serán más frecuentes según avance la crisis climática. Una emergencia que estamos a tiempo de frenar si reducimos las emisiones de efecto invernadero, pero también impulsando los sistemas de contención y adaptación necesarios para mitigar sus efectos. Inundaciones, temporales marítimos o grandes nevadas están poniendo a prueba la durabilidad de nuestras infraestructuras, diseñadas para unos periodos de retorno que cada vez suceden antes. Todavía hoy son visibles los daños del temporal Gloria un año después de su paso por el Mediterráneo.
En este contexto, necesitamos más inversión en reparación, renovación y mantenimiento. Los fondos europeos de recuperación son una oportunidad para una reconstrucción verde que adapte nuestras carreteras y vías frente a los impactos de la crisis climática y alejarnos así de la política de “ladrillo y hormigón” basada solo en nuevas infraestructuras.
El transporte público es (otra vez) un servicio esencial
Hace poco nos levantamos en aplausos para agradecer al personal del transporte público su papel durante la pandemia de la Covid-19. Y durante este temporal ha sido el transporte público, en concreto el Metro de Madrid, el que ha funcionado día y noche desde el sábado, garantizado la movilidad básica mientras la nieve bloqueaba la superficie. Ha sido otra demostración de lo esencial que es el transporte público y la necesidad de tener más y mejor servicio para evitar las aglomeraciones. También sería recomendable anticiparse al temporal, activando el servicio 24h siempre que se repita un aviso extremo por nieve.
Sin embargo, el metro no llega a todas partes. Mientras que en ciudades como Ávila o Albacete los autobuses ya circulan con normalidad, en Madrid sigue suspendido casi toda la red, dejando sin servicio a miles de ciudadanos. Es preciso mejorar la capacidad de gestión del transporte público antes y después de la nevada, evitando errores como la decisión de no retirar el servicio a tiempo, lo que dejó atrapados más de 200 autobuses en la capital junto a su personal de conducción.
Respecto a la larga distancia, la circulación ferroviaria estuvo interrumpida hasta el domingo, apenas unas horas después del final del temporal. En esta situación, el ferrocarril es la solución no solo ecológica, sino también fiable y segura frente al riesgo de salir en coche con nieve y placas de hielo, así como para reducir la dependencia de la carretera en el transporte de mercancías.
Una hoja en blanco para recuperar el espacio público
Aunque el uso del coche está fuertemente desaconsejado, en ciudades como Madrid la retirada de la nieve no ha priorizado los ejes de transporte público, sino los del privado. Tampoco ha tenido en cuenta los usos peatonales. Mientras que en otras ciudades las aceras son lo primero que se limpia (evitando caídas y accidentes) muchos peatones han tenido que salir a caminar por la calzada, en una conducta que nos recuerda a cuando los peatones buscábamos espacios seguros durante la desescalada.
Porque además de la impresionante nevada, hemos visto multitud de personas disfrutando y ocupando espacios normalmente vetados al peatón. Gente caminando por el centro de las avenidas, acercándose a monumentos que nunca puedes ver de cerca (como la Cibeles) o convirtiendo autopistas urbanas en espacios de juego. La ciudad en silencio por la ausencia de vehículos. El placer colectivo de arrebatar al automóvil una parte del espacio público que debería ser común. En definitiva, otra demostración sobre cómo reinventar las ciudades para que las personas vivamos un poco mejor, con menos ruido, menos contaminación y más felicidad, más espacio. Ojalá no tener que esperar a otra nevada para acercarnos un poco más a ese modelo de ciudad.
Comentarios
Animarles en este sentido y muchas gracias por la información José
¡Gracias a ti, José!
Me parece lamentable que debamos llegar a esos extremos como un confinamiento o una nevada copiosa para darnos cuenta el daño que están haciendo los coches al Medio Ambiente.
Habiendo transportes públicos que además de abaratar costes nos haría la vida más cómoda y segura.
Gracias un cordial saludo
Sí Emilio, hay que querer más a nuestro transporte público
Totalmente de acuerdo contigo!!! Lamentable la INCONSCIENCIA humana. Debemos actuar pronto! Muchas gracias por tu información.
Saludos,
Gracias a ti, Ameze 💪