Al día previo a las elecciones le llaman “jornada de reflexión”, y lo cierto es que nunca había reflexionado tanto sobre la importancia de nuestro voto como hoy. Votar es un derecho que no siempre tuvimos, y que, como tantos otros derechos, es muy fácil perder. Votar es un privilegio, incluso, si tenemos en cuenta que muchas personas no tienen acceso a ello. Pero mañana, más que nunca, votar no es solo un privilegio o un derecho; mañana decidimos en las urnas el mundo en el que queremos vivir. La emergencia climática ya está aquí. Lo vemos en las olas de calor cada vez más frecuentes y extremas, en las inundaciones que este verano llenan de agua y barro las calles de nuestras ciudades, en la sequía que amenaza Doñana y otras zonas claves del planeta, en los incendios forestales que cada vez son más incontrolables… Los próximos cuatro años son cruciales en la lucha contra el cambio climático. Un problema que nos afecta a todas, y cuya única solución pasa necesariamente por una transformación radical del sistema socio-económico que lo ha provocado y que cada día lo alimenta. Mañana tenemos en nuestras manos un sobre con el poder de decidir si miramos de frente al problema y hacemos todo lo posible por frenarlo y revertir sus impactos, poniendo en el centro de todas las políticas la vida, o si, por el contrario, miramos a otro lado y negamos la realidad y todos los avisos lanzados por la ciencia. 

Sin embargo, si algo se está usando en esta campaña electoral es el miedo. Miedo al diferente, en algunos casos; miedo al retroceso en materia de derechos humanos, en otros. Y yo no quiero vivir con miedo. Pienso en mañana y veo una oportunidad, porque por primera vez estamos viendo opciones que ponen encima de la mesa la importancia de actuar frente a la emergencia climática. Por fin, nuestra voz y la de tantas personas en situación de vulnerabilidad se están escuchando bien alto en los debates, los medios y la calle. Pero no es sólo “nuestra” voz, es una preocupación común y también un sueño colectivo por un mundo mejor. Los próximos cuatro años podemos ser líderes en la transición ecológica que el planeta necesita. Nelson Mandela dijo una vez: “Que tus elecciones reflejen tus esperanzas, no tus miedos”, y yo miro a este domingo y a los próximos años con esperanza, que no es sólo lo último que se pierde, sino que la ciudadanía unida nunca la va a perder.

Nadie puede decirte por qué ni a quién tienes que votar, ni mucho menos obligarte a hacerlo. Pero a mí me gustaría pedirte que reflexiones, que te imagines tu mundo ideal, y que recuerdes que mañana, con tu voto, puedes empezar a co-crearlo. Yo lo tengo claro. Si pienso en el futuro, me imagino a nuestras hijas e hijos correteando en un planeta sano, con sus ríos, bosques, océanos y glaciares llenos de vida. Me imagino un mundo en el que los derechos de todas las personas están garantizados; nuestros mayores, cuidados. Un mundo en el que todas podamos existir seamos como seamos, con esa diversidad que nos hace únicas y esa tolerancia que nos hace imparables. Me imagino personas felices, que aprenden en colectivo, que se apoyan, que construyen y reivindican juntas todo aquello que quieren mejorar, porque sí, siempre habrá espacio para la mejora.

Yo lo tengo claro. ¿Y tú? Vota por lo que más quieras.