El calentamiento global está cocinando al planeta y a todos sus habitantes. Y aunque el impacto sea global, sabemos que no es homogéneo. Por desgracia, España y toda la cuenca mediterránea están entre las zonas del mundo más afectadas por las consecuencias del cambio climático. 

Temperatura de la superficie del mar en Julio de 2023. Fuente: https://climatereanalyzer.org/clim/sst_daily/

El mar Mediterráneo amenaza con convertirse en una sopa, porque se calienta un 20% más rápido que la media mundial. La ciencia predice que la temperatura de su superficie aumentará hasta 3,5ºC para 2100 si no dejamos de emitir CO2.

«El mar Mediterráneo amenaza con convertirse en una sopa, porque se calienta un 20% más rápido que la media mundial.»

El calentamiento que estamos viviendo intensifica la presencia de eventos meteorológicos extremos, como las olas de calor marinas. ¿Qué son las olas de calor marinas? Son episodios de picos de temperatura en los que durante al menos cinco días el agua se encuentra por encima del 90% de los datos históricos para ese momento del año. Y en el Mediterráneo lo estamos superando con creces con olas de calor marinas de más de 30 días. Estas, a su vez, aumentan las probabilidades de tormentas y lluvias torrenciales (como las que se han vivido recientemente en el norte de Italia).

Según AEMET, la Agencia Española de Meteorología, solo en el mar balear, el 94 % de los días de 2022 tuvieron una temperatura superior a la de su promedio normal. En 2023 en enero ya se registraron temperaturas elevadas en toda la cuenca mediterránea y las olas de calor marinas comenzaron en abril. Desde el mes de junio y hasta el mes de julio, zonas como el mar de Alborán y el mar Balear han sufrido temperaturas elevadas de forma casi contínua, casi 3ºC más altas a la media habitual en estas fechas.

Temperatura de la superficie del mar Mediterráneo el 25 de julio. Fuente: https://apps.socib.es/subregmed-indicators/ocean_temperature.htm

Una receta preocupante

¿Y cuál es el impacto de que el Mediterráneo se convierta en una sopa? Los ingredientes de esta receta son para echarse a temblar.

1. Océanos calientes: el aumento generalizado de la temperatura del agua está dificultando que las especies y ecosistemas puedan recuperarse de las olas de calor marinas. La temperatura media de la superficie del Mediterráneo ha aumentado casi tres veces la media mundial.
2. Los peces (y otras especies) se van: cada especie marina está habituada a unos rangos de temperatura del agua para poder sobrevivir. Si se exceden esas temperaturas se desplazarán a zonas de aguas más frescas, alterando su distribución geográfica. 
3. Las especies que no se mueven, se mueren: desgraciadamente, muchas especies no tienen capacidad de movimiento o es muy limitada (como aquellas que viven en rocas o la arena) y no pueden ir a otras zonas, provocando mortandades masivas. Por ejemplo, el aumento de la temperatura podría estar detrás de los tres episodios de mortandad de navajas en la playa de A Lanzada (Pontevedra). 
4. Las aves y otras especies se quedan sin alimento: que haya especies que se desplacen o mueran acaba teniendo un efecto en cascada en las que se alimentan de ellas y que ven cómo desaparece su fuente de alimento, como por ejemplo las aves marinas.
5. Más especies invasoras: el aumento de la temperatura del agua permite que las especies de zonas más cálidas encuentren ahora en nuestras aguas las condiciones idóneas para vivir, con el problema de que pueden desplazar a las especies nativas. 
6. Más enfermedades: el aumento de la temperatura también puede favorecer la aparición y expansión de enfermedades que afectan a las especies marinas, añadiendo un nuevo ingrediente que afecta a su supervivencia. 
7. Menos posidonia: la entrada de especies invasoras y las condiciones del agua pueden afectar a especies vitales para algunos ecosistemas de gran importancia, como las praderas de Posidonia que forman un ecosistema vital y único en el Mediterráneo y que se encuentran en un grave retroceso. 
8. Algas tóxicas: ciertas especies de algas liberan toxinas al agua. Con el aumento de la temperatura crecen con más intensidad y aumenta la cantidad de toxinas que pueden provocar la muerte de especies por contacto directo o al entrar en la cadena alimentaria. 
9. Menos peces, menos pesca: si las especies de interés pesquero se desplazan o mueren, el impacto sobre la pesca es muy negativo, especialmente para los barcos artesanales que tienen menos posibilidades de buscar nuevas zonas de pesca. 
10.  Menos sumideros de carbono: los océanos absorben aproximadamente un tercio de las emisiones de CO2. Ecosistemas como las praderas de Posidonia son importantes sumideros de carbono que, al verse afectados por el calentamiento de los océanos, pierden su función vital de absorber el CO2 para mitigar el cambio climático. 

¿Y qué podemos hacer para el Mediterráneo no se convierta en esta sopa tóxica? 

Para que las consecuencias no sean terribles e irreversibles tanto en mar como en tierra, necesitamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por lo menos un 55% en 2030. Además, necesitamos proteger y restaurar los ecosistemas marinos y costeros para regular las actividades humanas en los hábitats más valiosos y evitar su degradación ambiental. Necesitamos introducir políticas para mantener la pesca dentro de límites sostenibles, por ejemplo, estableciendo límites de captura precautorios y eliminando subsidios para evitar la sobrepesca. Y por último, necesitamos aumentar las inversiones en investigación científica para medir y monitorear el calentamiento de los océanos y sus efectos. 

Estos son los ingredientes que necesitamos para recuperar un Mediterráneo sano que vivir y disfrutar. ¡Estamos a tiempo! ¿Cambiamos la receta?

Elvira Jiménez
Mariajo Caballero