La sobreexplotación pesquera afecta a más del 90% de las poblaciones de peces estudiadas del Mar Mediterráneo y al 40% de las estudiadas en aguas europeas del Atlántico
El problema
La explotación pesquera está poniendo en compromiso la supervivencia de especies que son altamentes vulnerables a la presión de la pesca y de las que en muchas ocasiones no hay evidencia del estado de conservación de sus poblaciones. Debido a la implacable evolución de la tecnología, nuestros océanos están siendo alterados a gran escala y a una velocidad sin precedentes.
Además, los gobiernos han favorecido estas prácticas sobredimensionadas que tienen un terrible impacto ambiental y social. Y con ello, han abandonado la pesca sostenible —en muchos casos artesanal— que, pese a representar el 77% de la flota y el 80% de la pesca continental, solo ha recibido el 20% de las cuotas de pesca. Barcos monstruosos usan ecosondas potentes para arrasar con bancos enteros de peces y son también plantas procesadoras flotantes con enormes sistemas de congelación, procesamiento de harinas de pescado y potentes motores similares a los de un avión para arrasar con extensiones del fondo marino.
De hecho, al ritmo de captura actual, corremos el riesgo de perder a muchas de las especies que consumimos hoy en día, ya que no permite la recuperación de los stocks de forma natural. Pero no solo eso: un tipo de pesca tan intrusiva y poco selectiva también afecta a otras especies en peligro como tortugas, tiburones o delfines y degrada los ecosistemas marinos, generando un daño que puede ser irreversible para el equilibrio trófico marino.
La creciente demanda mundial de pescado ha hecho que se disparen formas de explotación abusivas con la biodiversidad y el medio marino que no tienen en cuenta los impactos sobre los ecosistemas y sobre las comunidades locales que dependen de esos recursos. Flotas pesqueras que se dirigen a nuevas aguas porque han agotado sus antiguos terrenos de pesca.
Las poblaciones de los principales depredadores están desapareciendo a un ritmo aterrador:
- Hemos perdido el 99% de las anguilas europeas y el 95% del Atún rojo del Sur y del Pacífico.
- Los salmones han desaparecido de muchos ríos de ambos lados del Atlántico y aparecen en numerosas listas de especies amenazadas.
- Aproximadamente el 80% de todos los principales peces depredadores han desaparecido de las zonas costeras del Pacífico Norte y el Atlántico Norte.
La solución
Para que en el futuro podamos obtener comida e ingresos, necesitamos unos océanos vivos y una industria pesquera sostenible. Necesitamos crear santuarios marinos para mejorar el estado de conservación del mar y sus poblaciones de peces. Tenemos que mejorar enormemente la forma en la que pescamos y dejar de extraer los recursos más rápido de lo que el océano es capaz de reponer.
Sólo un modelo de pesca 100% sostenible garantiza un futuro con océanos llenos de peces y empleo para las comunidades costeras que dependen de ellos. Y el cambio hacia ese modelo debe comenzar con una legislación adecuada desde el Gobierno.
Algunas medidas de protección de ecosistemas marinos tomadas por el Estado Español, como la declaración de Reservas Marinas o la protección de especies como la posidonia, han sido muy positivas, si bien otros países como Francia, Reino Unido o Países Bajos nos aventajan en políticas de gestión pesquera.
A pesar de que pudiera parecer que aunque parezca un problema lejano, esto nos afecta a todos y todas. Pero hay mucha falta de información de la ciudadanía sobre el origen y la sostenibilidad del pescado, por lo que exigimos a los gobiernos que regulen mecanismos para garantizar la trazabilidad y ofrecer la ciudadanía la opción de comprar pescado sostenible, en definitiva, la opción de poder elegir.
Qué está haciendo Greenpeace
Greenpeace quiere transformar el sector y propone un modelo de pesca 100% sostenible social, ambiental y económico, basado en el apoyo a la pesca artesanal y en la recuperación de los recursos pesqueros.
Para conseguirlo, Greenpeace trabaja en:
- Apoyo a la pesca artesanal y sostenible.
- Eliminación progresiva de los artes de pesca destructivas.
- Implementación del Tratado Global de los Océanos que se aprobó en marzo de 2023, para proteger al menos el 30% de las aguas internacionales para 2030.
- La creación de santuarios marinos que regulen la pesca.
- Avance y conversión de la pesca de altura hacia la sostenibilidad.
- Limitación de las explotaciones de acuicultura.
- Medidas dirigidas a la información y concienciación de los consumidores.
- Control de la contaminación en el medio marino.
Este modelo nos garantizaría un futuro con océanos bien conservados, más zonas protegidas y unos stocks pesqueros recuperados. Supondría también la creación de más de 60.100 empleos netos y un aumento de la producción en beneficios de 4.000 millones de euros.