Cada vez es más habitual escuchar a empresas afirmar que su objetivo es ser neutras en carbono. Pero, ¿qué significa esto exactamente? Se consigue ser neutro en emisiones de gases de efecto invernadero cuando se emite a la atmósfera la misma cantidad de gases de efecto invernadero que se retira por distintas vías. Y se sabe que se ha alcanzado neutralidad cuando es cero el resultado de restar a las emisiones brutas producidas, las emisiones absorbidas o compensadas. Cuantas menos emisiones tenga un país, una empresa o un sector, y más reduzca esas emisiones, más cerca está de alcanzar el objetivo.
Marcha por el clima, COP 25
Para abordar los principales desafíos sociales de nuestra época y lograr los objetivos de sostenibilidad establecidos en el Acuerdo de París, se requieren cambios en los estilos de vida y en las pautas de consumo y producción en todos los países industrializados y en países en vías de industrialización. Diferentes estudios apuntan que hasta el 26% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están ligadas al comercio mundial y a la producción destinada a mercados internacionales. Por este motivo, para avanzar en la descarbonización de la economía, es necesario que los objetivos de la transición ecológica se apliquen al modelo económico en su conjunto.
Algunos sectores están en mejores condiciones que otros en el camino de la descarbonización. El sector financiero tan solo tiene que liberarse de sus activos tóxicos en el sector de los combustibles fósiles y otras actividades económicas nocivas (como la deforestación), mediante una agenda con plazos concretos y medibles. Una parte del sector del transporte dispone ya de tecnologías rentables para reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la electrificación, por ejemplo. Sin embargo, para otros sectores como la aviación y el transporte marítimo, la construcción o el sector agroalimentario, la reducción de las emisiones a cero será técnicamente compleja o imposible, por lo que existirán emisiones residuales que se mantendrán.
Aquí entra en juego el concepto de compensación y el “cero neto”. Las emisiones brutas producto de la actividad económica que no pueden ser eliminadas deberán ser compensadas mediante la compra de créditos de carbono, el apoyo a proyectos de restauración o mejora de los sumideros de carbono (bosques, humedales, costas, etc.), captura y almacenamiento de carbono, inversión e investigación en combustibles sintéticos, hidrógeno verde… Pero sin una firme intención de reducir al máximo las emisiones brutas, lo que obliga a cambios sistémicos profundos, la idea de las compensación de emisiones se convierte en un enorme fraude dentro del compromiso empresarial por la descarbonización.