22-04-2021

Los problemas de la España vaciada

La despoblación rural lleva décadas siendo el problema del que todo el mundo habla cuando habla de ‘España vaciada’.

El declive de la población puede suponer la desaparición de algunos pueblos. Por ejemplo, en menos de 10 años (2008-2015) se han perdido 25 pueblos. En los territorios con poca población, envejecida y dispersa, es más difícil mantener los servicios y equipamientos y las administraciones locales ya no pueden, o no les renta políticamente, proporcionarlos. Como resultado, los pueblos son cada vez más pequeños, es decir, están cada vez más despoblados, a la par que las ciudades son cada vez más grandes.

Además, la despoblación tiene rostro de mujer. Las personas que abandonan el medio rural son mayoritariamente personas jóvenes y mujeres. El 40% de las mujeres que abandonan su pueblo tienen entre 16 y 44 años. Esto lleva a la masculinización del medio rural, propiciada por la falta de igualdad y oportunidades.

Independientemente de las causas que han provocado este declive de población, lo que está claro es que este fenómeno no solo implica una pérdida cultural y económica, sino que tiene un claro impacto en el medioambiente.


Principales problemas ambientales del medio rural
Intensificación agraria y ganadera. Los modelos extensivos se han ido sustituyendo por modelos industriales que generan menos empleo y tienen un altísimo impacto medioambiental.
Pérdida de biodiversidad y agrodiversidad. La pérdida de las actividades tradicionales conlleva una disminución de la biodiversidad por la pérdida de variedades cultivadas y las especies silvestres asociadas.
Incremento del riesgo de propagación de incendios forestales. El abandono de algunas actividades tradicionales ha supuesto un aumento de la superficie forestal en España y, con él, crecen también las probabilidades de que un incendio se propague.
Pérdida de conocimiento sobre las prácticas agroecológicas locales. La despoblación supone también la pérdida de los modos de vida sostenibles que no agotan los recursos. Sin relevo generacional, estas prácticas se perderán.
Abuso y contaminación del agua. La proliferación de la agroindustria trae consigo un hiperconsumo de agua, pero también la contamina con sus agroquímicos y purines.
Mayor vulnerabilidad a los impactos del cambio climático. Con menos biodiversidad, maltratando los recursos hídricos y con una masa de matorrales que suponen un auténtico polvorín, es muy difícil hacer frente a las consecuencias del cambio climático como la intensificación de sequías, incendios o inundaciones.