La despoblación rural lleva décadas siendo el problema del que todo el mundo habla cuando habla de ‘España vaciada’.
El declive de la población puede suponer la desaparición de algunos pueblos. Por ejemplo, en menos de 10 años (2008-2015) se han perdido 25 pueblos. En los territorios con poca población, envejecida y dispersa, es más difícil mantener los servicios y equipamientos y las administraciones locales ya no pueden, o no les renta políticamente, proporcionarlos. Como resultado, los pueblos son cada vez más pequeños, es decir, están cada vez más despoblados, a la par que las ciudades son cada vez más grandes.
Además, la despoblación tiene rostro de mujer. Las personas que abandonan el medio rural son mayoritariamente personas jóvenes y mujeres. El 40% de las mujeres que abandonan su pueblo tienen entre 16 y 44 años. Esto lleva a la masculinización del medio rural, propiciada por la falta de igualdad y oportunidades.
Independientemente de las causas que han provocado este declive de población, lo que está claro es que este fenómeno no solo implica una pérdida cultural y económica, sino que tiene un claro impacto en el medioambiente.