Heather Lynch es profesora de ecología y evolución en la Universidad de Stony Brook de Nueva York. Se doctoró en Física y más tarde decidió adentrarse en el mundo de la ecología. Pero todas las matemáticas que estudió dieron su fruto, porque utiliza modelos matemáticos para conocer la distribución y la evolución de las poblaciones del pingüino de Adelia en la Antártida. A bordo del Arctic Sunrise de Greenpeace, ella y su equipo están recogiendo los datos necesarios para avanzar en sus investigaciones.

Heather Lynch

Louisa Casson forma parte de Greenpeace UK y ha sido parte de la tripulación de la última travesía del Arctic Sunrise. Se ha encargado de enhebrar las diferentes partes del viaje: científicas, comunicativas o de incidencia política, para que la protección de los océanos se convierta en realidad.

Louisa Casson, en la Isla del Diablo, Antártida.

Aprovechando que el 11 de Febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, desde Greenpeace España hemos entrevistado brevemente a estas dos mujeres. 

Heather, ¿qué investigas exactamente en la Antártida?

H.L.: Estudio la distribución y la abundancia de pingüinos. Quiero saber cómo viven los pingüinos, dónde se reproducen y cómo pueden estar cambiando estas poblaciones y por qué. Gran parte de mi investigación se centra en el cambio climático, pero la pesca y el turismo también son amenazas potenciales que estamos monitoreando. 

Nuestro equipo en Arctic Sunrise está inspeccionando un área muy remota de la Antártida llamada Mar de Weddell, donde cría el pingüino de Adelia, En algunas zonas de esta área las poblaciones de este tipo de pingüino han disminuido drásticamente. También estamos descubriendo nuevos lugares de cría a través del rastreo de guano de pingüino a partir de imágenes de satélite. 

¿Para qué servirán los datos de vuestra investigación?

H.L.: Sabemos que el cambio climático está teniendo un gran impacto en los pingüinos y, sin embargo, aún no hemos determinado cuánto se debe a la distribución cambiante de sus especies de presas favoritas y cuánto se relaciona con otros cambios, como los patrones de precipitación o la capa de hielo marino. Nuestro trabajo también descubre una parte del mundo de la que la mayoría de la gente no sabe nada, y es difícil para las personas preocuparse por lugares con los que no tienen conexión. Nuestro trabajo ayuda a resaltar la belleza y la maravilla de la Antártida para que sepamos todo lo que podemos perder si no abordamos el cambio climático.

Louisa Casson también resalta la importancia de parar la mirada en lugares como este: 

L.C: Quedan muy pocos lugares en nuestro planeta que podamos proteger en un estado saludable. Navegamos hacia el Mar de Weddell y confirmamos que se mantiene como un refugio climático para los pingüinos, proporcionando aún más evidencia de por qué los gobiernos deberían protegerlo como un enorme santuario oceánico, antes de que la pesca industrial se instale. Ha sido asombroso visitar un lugar tan hermoso.

Pingüinos Adelia en la Punta de los Pingüinos de la Isla Seymour, en la Antártida.
El barco de Greenpeace Arctic Sunrise ha vuelto a la Península Antártica con un equipo de científicos independientes de la Universidad de Stony Brook, para llevar a cabo una investigación pionera en colonias de pingüinos remotas, muchas de las cuales nunca antes habían sido estudiadas. Para investigar los impactos de la crisis climática en las poblaciones de pingüinos antárticos.

¿Qué mensaje podéis trasladar de vuestro trabajo en la Antártida que permita reflexionar sobre la necesidad de proteger estos espacios naturales en el contexto actual?

H.L.: La pandemia realmente ha resaltado cuán dependientes somos del medio ambiente y cuán conectados estamos con los otros animales que viven con nosotros en la Tierra. Aparte de la obligación moral, hay razones prácticas reales para proteger el planeta en las que espero que todos y todas podamos estar de acuerdo, independientemente de nuestras inclinaciones políticas.

L.C: La experiencia y el compromiso de trabajar en equipo en esta expedición. No ha sido solo suerte, ha habido intención de encontrar un terreno común y un propósito compartido y eso contrasta con el estancamiento diplomático de los gobiernos que no cooperan para proteger la Antártida.

Terminamos preguntándoles qué lema pondrían en una pancarta para la próxima cita del 8M siguiendo con la idea de reivindicar el papel de las mujeres en la ciencia. 

Heather se lo piensa y nos avisa de que no va a ser políticamente correcta: «No me gusta esta especie de idea de que parezca que las mujeres estamos en el mundo científico por algo así como caridad u obligación. Tenemos problemas serios y no sobra nadie. Así que elegiría como lema algo así como: Mujeres en la ciencia, porque sin nosotras, estáis jodid…”.

Louisa tampoco lo duda, pondría en su pancarta: «Cuando nos limitas, muestras tu miedo al nuestro poder».

Parece que, como con la protección de los océanos, todavía tenemos camino que recorrer en la visibilización de las mujeres en la ciencia, pero vamos cargadas de razones y de fuerza.