Este 2020 ha sido diferente a cualquier otro año de mi vida. Cada día he hecho todo lo posible para adaptarme a las nuevas medidas de seguridad, intentando protegerme y proteger a mis seres queridos, mientras seguía trabajando y con mis tareas en casa. Por suerte, hemos podido teletrabajar, saliendo de casa solo en contadas ocasiones. Y mientras tanto, muchas otras personas han estado en primera línea cuidándonos día y noche. Entre ellas, quienes trabajan en el transporte público han conseguido que el personal esencial pudieran seguir acudiendo a sus hospitales, supermercados o cuidando a otras personas.

Pese a prestar un servicio esencial a la ciudadanía, el personal del transporte público no ha tenido apenas reconocimiento. ¿Por qué? Solemos entender las decisiones sobre cómo movernos -como comprar un coche o volar en vacaciones- como una expresión de nuestra libertad individual. O al menos, eso es lo que nos enseñan en los anuncios. Pero este año hemos aprendido que la movilidad es algo más que ir del punto A al punto B. 

Necesitamos la movilidad para asegurar que todo el mundo recibe los cuidados y suministros necesarios. Y necesitamos que esta movilidad sea accesible a toda la población para corregir las desigualdades sociales. Por eso, más que nunca, hemos necesitado al transporte público en la pandemia. Pese a la brutal bajada de demanda (que llegó a bajar un 95%, y todavía está lejos de recuperarse) nuestro transporte público ha seguido funcionando incluso durante el confinamiento más duro para garantizar la accesibilidad a toda la población, aunque no tuvieran coche propio o carnet de conducir. Cuando todo se detuvo, los autobuses, trenes y tranvías han mantenido vivas nuestras ciudades. 

La Covid nos ha enseñado muchas lecciones. Una de ellas es recordarnos que como sociedad necesitamos servicios públicos robustos que atiendan las necesidades comunes. Las personas que prestan estos servicios merecen nuestro agradecimiento. Y los gobiernos deberían priorizar la financiación de nuestros servicios públicos en lugar de rescates millonarios a empresas contaminantes, como pasó este verano.

Los peores momentos también son una oportunidad para el reconocimiento, la amabilidad y la gratitud. Así que en estas fechas podemos pensar por un momento en cómo apreciar y dar las gracias a unas personas que se han levantado cada día para ejercer un papel esencial en nuestra comunidad: quisiera dar las gracias a todo el personal que trabaja en el transporte público.

Súmate en nuestro aplauso a quienes conducen trenes y autobuses, venden billetes, controlan el servicio, reparan en talleres, limpian los vehículos o trabajan en oficinas, cuyo trabajo ha permitido un transporte público ininterrumpido durante la pandemia. Solo en España son más de 300.000 empleos que, gracias a su función, han mantenido viva nuestra comunidad. 

Vuestro servicio es importante, valioso y necesario para frenar la crisis climática y reducir la contaminación del tráfico. ¡Muchas gracias! #GraciasPorMovernos.

Texto escrito por Jackie Zamora, responsable digital del equipo europeo Clean Transport Now.