En el concepto de seguridad humana empiezan a tomar relevancia otras amenazas como el cambio climático, la pobreza, las enfermedades o la escasez de alimentos u otros recursos necesarios.
El problema
El concepto clásico de seguridad se ha centrado en la defensa frente a amenazas militares del exterior y ha olvidado otras fuentes de inseguridad como las económicas y medioambientales.
Este concepto de seguridad se ha fortalecido a través de una variedad de historias contadas a beneficio de los intereses de una élite creando la cultura del miedo y que se ha utilizado como justificación para la movilización de medidas extraordinarias y desproporcionadas respecto a mayores amenazas materiales. Así, hemos visto un incremento sistemático de la inversión en el sector armamentístico y del comercio de armas a nivel mundial.
Las exportaciones de armas españolas superaron los 3.720,4 millones de euros en 2018 y los 4.042,3 millones de euros en 2019, lo que sitúa a nuestro país como el quinto exportador mundial de este tipo de material.
El aumento del comercio mundial de armas y este interés exportador de países como España, chocan con el cumplimiento estricto de las regulaciones que exigen que se denieguen aquellas exportaciones de armas con riesgo de que puedan ser utilizadas para facilitar o cometer graves violaciones del derecho internacional. La falta de transparencia en este ámbito impide asegurar la correcta aplicación de esta normativa y la rendición de cuentas ante sus posibles vulneraciones.
En la actualidad, en el concepto de seguridad humana, empiezan a tomar relevancia otras amenazas como el cambio climático, la pobreza, las enfermedades o la escasez de alimentos u otros recursos necesarios. A medida que la situación de escasez de recursos aumente se incrementarán los conflictos que alimentarán, a su vez, el ciclo de violencia.
La solución
Desde Greenpeace creemos que son necesarias normas internacionales para regular el comercio de armas, y que cada país debe regularlo a nivel nacional y asumir sus responsabilidades. Además, entendemos que la seguridad no debe definirse en base a las fronteras, sino a las posibilidades del desarrollo humano de cada persona.
En España, la entrada en vigor y aplicación de la Ley 53/2007 ha significado avances en cuanto a transparencia y control de las exportaciones de armamento, y así lo hemos valorado desde Greenpeace. Sin embargo, sigue existiendo margen de mejora. Por ejemplo, se sigue vendiendo armas a países que están en conflicto armado o donde se producen violaciones de los derechos humanos. En 2019 y 2020 exportaron a Israel, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Irak, Egipto y Turquía. Es decir, que se siguen registrando exportaciones a varios países con un historial de violaciones de los derechos humanos, a países con inestabilidad regional o conflictos internos, operaciones que difícilmente superarían una aplicación estricta de los criterios establecidos en el artículo 8 de la Ley.
Qué está haciendo Greenpeace
En la campaña de desarme trabajamos para lograr más control y transparencia en el comercio de armas y avanzar hacia el desarme y la no proliferación nuclear.
Después de más de 10 años de campaña junto con Amnistía Internacional, Fundació per la Pau e Intermón Oxfam, en 2007, el Gobierno español aprobó una Ley de Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso, que regula las exportaciones españolas de armamento. Esta ley establece requisitos estrictos respecto a dónde se puede o no vender. En 2010 se aprobó, además, un Tratado que prohíbe a nivel internacional las bombas de racimo.
La campaña Armas Bajo Control exige el cese de la venta de armas españolas cuando existe un riesgo sustancial de que puedan contribuir a cometer o facilitar graves violaciones del derecho internacional de los derechos humanos o del derecho internacional humanitario. Además, trabajamos en todo el mundo para lograr el desarme nuclear. En julio de 2017, Naciones Unidas adoptó un nuevo tratado mundial de prohibición de las armas nucleares a pesar de la oposición de los países de la OTAN, como España.