España está entre los países más vulnerables frente al cambio climático de Europa y a pesar de ello, a día de hoy es el país europeo que más subvenciones ha concedido a las centrales con energías sucias. Esto, junto a la ausencia de políticas adecuadas para acelerar la transición energética hacia un modelo basado al completo en energías renovables nos ha llevado a que España sea el país europeo en el que más crecieron las emisiones de efecto invernadero en términos absolutos desde 1990.
El Gobierno tiene un gran reto y una gran oportunidad. Actualmente trabaja en una Ley de Cambio Climático y Transición Energética y en un Plan Nacional Integrado de Energía y Clima que marcará la política energética de los próximos años.
Estos son los objetivos que España se debe marcar:
Ley de Cambio Climático y Transición Energética
El borrador de ley no es lo suficientemente ambicioso, ni está en línea con las recomendaciones científicas ni con nuestro compromiso internacional adquirido con el Acuerdo de París para realizar todos los esfuerzos posibles para no superar 1,5ºC las temperaturas globales. En concreto, el objetivo de reducir las emisiones solo un 20% en 2030 respecto a 1990 es claramente insuficiente, así como la falta de un calendario para el cierre de las centrales de carbón y nucleares36.
Plan Nacional de Energía y Clima
Del mismo modo, el borrador del PNIEC es claramente insuficiente. El plan definitivo, que debe estar listo a 31 de diciembre de 2019, debe marcar la ruta para reducir las emisiones al menos un 55% en 2030 respecto a 1990 y que las emisiones se reduzcan a cero neto en 2040. Para ello, es fundamental que tanto el plan como la ley incluyan un calendario detallado de cierre de la energía nuclear y de carbón, para que todas esas centrales estén cerradas como límite en el año 2025 y asegurar un sistema eléctrico inteligente, eficiente y prácticamente 100% renovable en manos de la ciudadanía para el año 2030.
En el sector del transporte, la reducción debe ser mucho más ambiciosa de lo que prevé el plan, no en vano se trata del máximo emisor tanto actual como en el futuro. Por este motivo, la fecha prevista para detener en 2040 la venta de nuevos vehículos con motor de combustión (gasolina, diésel, híbrido o gas), aunque pionera a nivel legislativo, está muy por detrás de las fechas previstas por los países de nuestro entorno. Es preciso que a partir del año 2028 todos los nuevos turismos sean cero emisiones, con el fin de lograr la descarbonización completa del transporte por carretera en 2035 y de todo el sector del transporte en 2040.
La oportunidad de la transición energética justa
👉 24 millones de nuevos empleos en todo el mundo para el año 2030
Tener un modelo energético basado en energías renovables, así como la completa descarbonización de nuestra economía, es una oportunidad para las personas y el planeta. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que las acciones para limitar la temperatura del planeta a 2 ºC facilitarán la creación de 24 millones de nuevos empleos en todo el mundo para el año 2030, lo que equivale a la creación de cuatro empleos por cada uno perdido en los sectores del carbón y del petróleo.
👉 100.000 millones de euros de inversión en España
Otro informe reciente describe los nuevos empleos que se crearán con la transición energética como por ejemplo los de gestor de vehículos eléctricos, técnico en gestión de la demanda, especialistas en autoconsumo con almacenamiento o rehabilitación energética y edificios de consumo de energía casi nulos. El estudio afirma que con los nuevos objetivos
europeos para 2030 del 32% de renovables y con la nueva directiva de eficiencia energética en edificios se podrán atraer 100.000 millones de euros de inversión y la creación de 132.000 nuevos empleos en España.
👉 100.000 empleos en el desmantelamineto de las centrales nucleares
Por su lado Greenpeace ha calculado que el desmantelamiento de las centrales nucleares generará alrededor de 100.000 empleos durante el proceso que se estima de entre 10-15 años. Sin duda la transición energética debe ser justa y debe tener en cuenta a todas las personas afectadas por los abandonos y cierres de las actividades que se vean afectadas, pero transición justa no se refiere solo a los puestos de trabajo, sino también al bienestar futuro de las comunidades. Una parte por supuesto se refiere a la generación de empleos decentes y de calidad, como se ha visto más arriba, pero también se refiere a la seguridad y estabilidad social, a la salud y a la garantía de un medio ambiente limpio.
👉 Hasta tres billones de euros de ahorro
En los modelos de la Comisión Europea para la estrategia de la neutralidad climática para Europa a 2050, incluso con un calentamiento de 2 °C la economía europea, las infraestructuras, los suministros alimenticios, la salud pública, la biodiversidad y la estabilidad política se verían gravemente dañadas. Sin acciones inmediatas, dos tercios de la población europea se verían afectados por desastres climáticos en el año 2100. Según datos de la Comisión Europea, la transición a las emisiones netas cero nos permitiría lograr una Europa más próspera con más de dos millones de nuevos empleos y de dos a tres billones de ahorro en la importación de combustibles fósiles. La UE podría ahorrarse cerca de 200.000 millones de euros en costes sanitarios. Los análisis también demuestran que si la UE apunta a una baja ambición (insuficiente
para cumplir los objetivos de París) resultaría en una menor prosperidad, menos empleo y menores ahorros en importación de combustibles fósiles.
👉 Perspectiva de género como pilar
El modelo energético actual, además de estar en manos de unas pocas grandes empresas, está fuertemente masculinizado, y en general las mujeres están infrarrepresentadas en los consejos asesores y en los órganos de toma de decisiones de las políticas climáticas y energéticas. Una transición energética justa debe tener entre sus pilares la perspectiva de género para asegurar un modelo energético justo y transformador en el que las mujeres tengan un papel que a día de hoy no han tenido.
Potencial de España como líder en cambiar el modelo energético
España es un país privilegiado en recursos renovables. Son más que suficientes para ser energéticamente independientes. No en vano, contamos con 48.548 MW de potencia instalada en 2018 , lo que representa un 47% sobre el conjunto del parque generador. Las renovables evitaron la emisión a la atmósfera de 40.6 millones de toneladas de CO2 por renovable eléctrica y 13.2 M ton CO2 por usos térmicos en 2017. Los costes levelizados (LCOE) han caído 85% (fotovoltaica) y 66% (eólica). Sin embargo actualmente dependemos de los combustibles fósiles en un 88%.
En los años 90 España inició un despliegue de renovables que nos posicionó como primera potencia mundial, no solo en know how y potencia instalada, sino en patentes, capacidad industrial, tecnológica y humana. España prometía convertirse en un país renovable, verde y limpio.
Desde 2010, bajo diferentes regulaciones posteriores y perversos giros en las políticas energéticas, el sector sufrió un bloqueo que paralizó el despliegue de potencia instalada y estranguló al sector, eliminando del mapa industrias, empresas, empleos y proyectos y obligando a salir al exterior al que consiguió sobrevivir. Por el camino arruinó además a 62.000 familias que invirtieron sus ahorros en huertos solares. Debido a esos cambios de regulación y/o de retribución, muchos promotores emprendieron denuncias contra el estado español, y hoy en día somos el país con más denuncias acumuladas internacionales abiertas del mundo.
Hoy, mientras el resto del mundo ha seguido transformándose hacia sistemas energéticos más sostenibles y respetuosos, desarrollando e instalando renovables, en España, a pesar de la potencia instalada actual, todavía vivimos y arrastramos un sistema obsoleto basado en energías sucias y contaminantes. Mientras tanto y curiosamente, somos líderes mundiales en exportar tecnología, servicios asociados y otras capacidades industriales, humanas y científicas. Es hora de cambiar nuestro modelo energético y económico y recuperar todaesa riqueza que nunca debimos perder para nuestro propia salud nacional.
España, gran potencial en renovables
España tiene un inmenso potencial en energías renovables. El informe de Greenpeace Renovables 2050, que analiza el potencial de las energías renovables en la España peninsular, ya nos dio respuesta sobre el enorme potencial de las
energías renovables en nuestro país: podrían generar el equivalente a 56 veces la demanda de electricidad proyectada en 2050 y permitirían producir más de diez veces la demanda de energía total que tendríamos en 2050.
Además según otro estudio realizado por CE Delft para Amigos de la Tierra, la Federación Europea de Energías Renovables, Greenpeace y REScoop.eu los y las ciudadanas particulares podrían satisfacer la mitad de la demanda de electricidad española con fuentes renovables. En España una de cada tres personas podría producir su propia electricidad de forma individual o colectiva con renovables en 2050.
En los últimos años, bajo el paraguas del último gobierno, hemos vivido un cambio radical en materia energética y medioambiental. No sólo por la aprobación y posterior convalidación del Real Decreto Ley 15/2018, que deroga el impuesto al sol como máximo exponente de una política energética antidemocrática, sino que hemos presenciado una carrera desorquestada de subastas para llegar a cumplir los objetivos vinculantes de 20% de renovables que adquirimos con Europa. Debido a las subastas realizadas durante los años 2016 y 2017, que colocaron en el mercado 8.000 MW de eólica y fotovoltaica, el sector ha sufrido un acelerón nunca antes visto. Sin embargo está por ver cuántos de esos MW, y cómo, consiguen instalarse a tiempo para cumplir con la regulación. Su conexión debería ser inminente ya que la fecha límite para su puesta en explotación es el 31 de diciembre de 2019.
Adicionalmente hay otros muchos proyectos de energías renovables que se están planificando sin subvenciones de ningún tipo, con la expectativa de que el precio del mercado eléctrico permitirá obtener una retribución suficiente por la energía producida para rentabilizar las inversiones. Como ejemplo, se han presentado avales para construir en España más de 23.000 MW de plantas fotovoltaicas en los próximos años, lo que multiplicaría por cinco la potencia instalada en este tipo de centrales eléctricas. Muchos de esos proyectos son meramente especulativos y no saldrán adelante, ya que muchos promotores han presentado sus proyectos con la intención de asegurarse un punto de conexión para la evacuación a la red eléctrica nacional de la futura electricidad producida.
El gobierno actual, dentro de su estrategia de descarbonizar la economía, anuncia una incorporación de renovables de aquí al 2030 de 5.000 MW año instalados, principalmente de eólica y solar, aunque en el borrador de la ley de cambio climático y transición energética únicamente asigna 3000 MW anuales a subastar.
Sería deseable que, en la senda que España tiene que iniciar para acometer la futura transformación energética de la oferta hacia un parque 100% renovable, exista una buena planificación de subastas, ordenada en el tiempo de manera justa y respetuosa con el territorio, considerando a las diferentes tecnologías, con la sociedad y el medio ambiente. Solo así evitaremos la reciente experiencia de atracón y especulación que está actualmente viviendo el sector, cuyas consecuencias podrían provocar otra burbuja económica.
Otra cuestión a considerar, es dar espacio a otras tecnologías renovables menos conocidas o que no han tenido la oportunidad de llegar tan lejos en su curva de aprendizaje y comercialización. Estas tecnologías necesitan de apoyo financiero para seguir avanzando en sus curvas de aprendizaje y poder llegar a fases comerciales. Del lado de la demanda, y dado que por fin tenemos la regulación favorable para abordar la generación distribuida a través de autoconsumo por parte de personas y empresas, deberemos afrontar numerosos retos, pero con enorme ilusión por los incuestionables beneficios que supone acercar la producción a los centros de consumo tanto para el usuario como para la red.