20-06-2019

Cambia la energía, no el clima
Este es el año de la respuesta al cambio climático. No por las noticias sobre olas de calor, récord de temperaturas, enfermedades tropicales en latitudes desconocidas y un largo etcétera que copan los titulares. Tampoco por las grandes cumbres donde los gobiernos se reúnen para discutir qué hacer y llegar a acuerdos de mínimos. Lo es porque la sociedad ha dicho «basta ya».
Este contenido es una versión abreviada de nuestro informe Cambia la energía, no el clima. Para ver todas las referencias científicas y datos puedes descargarte el PDF completo aquí.

Liderados por los más jóvenes, estamos viendo un despertar de las personas que no están dispuestas a admitir que la inexorable tendencia del calentamiento global se consolide y perpetúe mientras quienes lo han provocado no modifican sus actividades y quienes tienen la responsabilidad de decidir que se le ponga freno siguen anteponiendo otros intereses.

La juventud, la comunidad científica, las y los líderes académicos, así como las organizaciones ecologistas y los movimientos de base han conseguido que su demanda por una acción climática urgente se oiga a lo largo y ancho del planeta. Cuando la expansión de una mina de carbón amenazó con tragarse el milenario bosque alemán de Hambach, decenas de miles de personas en toda Europa se unieron a las protestas. Bajo el lema «Fridays for Future» más de un millón de estudiantes siguen el ejemplo de la activista climática sueca, Greta Thunberg, quien con su testimonio valiente y decidido inspiró este movimiento para exigir medidas inmediatas contra el cambio climático. Los y las estudiantes siguen organizando huelgas semanales  sincronizadas a nivel mundial. Igualmente Ende Gelaende, una alianza que se caracteriza por sus masivas convocatorias para pedir el abandono del carbón y por la justicia climática mundial, así como los y las activistas medioambientales de Extinction Rebellion presionan  para que se tomen medidas contra el cambio climático.

Estas movilizaciones están forzando, en las últimas semanas, que parlamentos y gobiernos declaren el estado de “emergencia climática”. Ya lo han hecho parlamentos como el británico y el irlandés o gobiernos como el escocés, y aquí ya lo ha hecho el catalán. Propuestas en el mismo sentido se están impulsando en cada vez más sitios. Gobiernos surgidos de las últimas elecciones están asumiendo compromisos mucho más ambiciosos que hasta ahora, de la magnitud del reto al que nos enfrentamos: Finlandia va a descarbonizar completamente su economía para 2035, Dinamarca va a reducir sus emisiones en un 70% en 2030 respecto a 1990. Y en España se están reuniendo un gran número de colectivos para pedir que la legislatura que ahora comienza sea la de la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, esta declaración no puede ser un gesto vacío.

La declaración de emergencia climática está más que justificada. Ahora bien, ¿eso qué implica? No basta con un gesto vacío tras el que luego se mantengan las mismas políticas. Lo que hace falta son compromisos firmes y transformadores que estén a la altura. Greenpeace propone cinco medidas concretas:

#1

La Unión Europea debe llevar sus emisiones netas a cero en 2040. Y para llegar ahí, teniendo en cuenta el peso económico y la responsabilidad histórica europea, la reducción de emisiones debe acelerarse, de manera que en 2030 tiene que revisarse el objetivo vigente y situarlo en un 65% de reducción respecto a 1990. España debería contribuir proporcionalmente con al menos un 55% de bajada, no el exiguo 20% que propone actualmente.

#2

El sistema energético completo debe ser 100% renovable lo antes posible, en coherencia con lo anterior. Ya en 2030, la práctica totalidad de la electricidad que consumimos en España debería ser 100% renovable. En España disponemos de un recurso renovable abundante e indiscutible, de la tecnología, la capacidad industrial y humana. Es sólo cuestión de voluntad política. España debe recuperar la posición que merece como primera potencia mundial en renovables.

#3

Hay que dejar de quemar carbón con urgencia. En 2025, todas las centrales térmicas (y las nucleares, según caduquen sus licencias
de explotación actuales) deben estar cerradas.

#4

El sector del transporte debe dar un volantazo. A lo largo de la próxima década, debe quedar prohibida la venta de coches que utilicen gasoil o gasolina y favorecer su sustitución por un sistema de transporte inteligente y eficiente, con mucho mayor peso del transporte público y de los modos no motorizados. Un sistema en el que los vehículos que circulen sean eléctricos y preferentemente de uso compartido. Otros países ya lo están haciendo.

#5

Hace falta un marco jurídico estable que recoja todos estos objetivos y que garantice su cumplimiento. Para ello debe aprobarse cuanto antes una Ley de Cambio Climático y Transición Energética contundente y elevar la ambición del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) que España tiene que aprobar este año para cumplir con las directivas europeas.

En marcha por el clima

Y dentro de la petición de estas medidas concretas, Greenpeace engloba su campaña ‘En marcha por el clima’. En ella, su buque insignia, el Rainbow Warrior, está recorriendo ocho países de Europa, más de 14 puertos, entre ellos Barcelona, Málaga y Vigo. Con esta visita, Greenpeace quiere destacar la urgencia de actuar contra el cambio climático y cómo, ante la falta de acción política, la ciudadanía está tomando las riendas.

Por ello hemos querido contar en este informe con las voces y la participación de diferentes colectivos que ya están “en marcha por el clima”. Son ejemplos de personas que están tomando las riendas de la lucha contra el cambio climático, cada uno desde su ámbito. Algunos investigando, otros comunicando y alertando y otros (cada vez más) apostando por convertirse en parte de la solución cambiando la forma en que consumen energía o participando en la generación de nueva energía renovable. Además de los testimonios, la campaña de Greenpeace quiere hacer llegar esas alternativas a cada vez más personas, para que más gente descubra y decida ejercer sus derechos sobre la energía que utiliza y sobre la forma de producirla, porque no podemos dejar la solución en manos de los mismos que han causado el problema.

Porque es en ese cambio del sistema energético donde está la clave, queremos lanzar el mensaje “cambia la energía, no el clima”. Para tener éxito en limitar el calentamiento global el mundo necesita con urgencia utilizar la energía de manera eficiente, así como cambiar a fuentes de energía limpias y renovables para todos los usos.

En definitiva, ante la  emergencia climática no basta una declaración, hacen falta compromisos y acciones reales que cambien radicalmente la política y nuestras acciones. Esta debe ser la legislatura en la que pasemos a liderar la lucha contra el cambio climático. Es el momento de actuar. Ya no disponemos de más tiempo.

El Rainbow Warrior llega a España para luchar contra la crisis climática.

¡Visítalo!


Hacen falta cambios socioeconómicos profundos en el conjunto de la sociedad global para alcanzar un consumo en equilibrio con la naturaleza, siendo necesario para ello un decrecimiento que priorice el bienestar de los ecosistemas por encima del enriquecimiento individual perpetuo.Los cambios que requiere este sistema para no son sencillos: hablamos de cambios profundos en la forma de vivir y en la forma de usar y compartir los recursos. Por ello la movilización social es imprescindible y necesaria para obligar y exigir a los políticos que tomen las medidas urgentes, eficaces y profundas con el objetivo de frenar el deterioro ecológico generado que estamos sufriendo. El cambio climático es la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad en toda su historia, y para hacer frente a esta situación debemos, más que nunca, estar todas las personas unidas.

— Manuela Martín Gutiérrez, 16 años, Fridays for Future