Esta es una crisis global y, como tal, necesita una respuesta global. Todas las medidas contra esta pandemia o la crisis ecológica que enfrentamos fracasarán si no se combaten a nivel internacional. Por ello el GND propuesto tiene que ir más allá de nuestras fronteras.
Necesitamos una Unión Europea responsable que asuma el liderazgo internacional y contribuya sustancialmente a elevar la ambición en la lucha contra la emergencia climática y la crisis social. No en vano, la crisis de la Covid-19 nos ha demostrado la fragilidad e interdependencia de la naturaleza y el ser humano.
La respuesta a los desafíos globales, debe darse abordando los desafíos europeos. Los Estados miembros no deben rehuir sus funciones internacionalistas: solidaridad internacional, protección de los derechos humanos y proactividad como actor global. La política exterior de la UE debe retomar los valores de libertad, justicia y democracia sobre los que se edificó el proyecto europeo.
El Gobierno español debe defender el rol de liderazgo de la UE con la apuesta por la renovación de los mecanismos de gobernanza global. Se necesita un sistema multilateral renovado y resiliente que de respuesta a los problemas del siglo XXI. Un nuevo Pacto Global y Europeo que asegure el bienestar y la resiliencia de la comunidad global. Un nuevo pacto intergeneracional e interseccional con la naturaleza. Un pacto que dé prioridad al fomento de la paz y la protección de los límites planetarios sobre los impulsores de la destrucción, el extractivismo y la maximización de los beneficios, o la tergiversada idea de seguridad desde la securitización de nuestras vidas.
Para proteger y promover la libertad, la justicia, la solidaridad y derechos humanos, la UE debe mostrarse firme en su defensa de la libertad de expresión, reunión, asociación, la protección de personas defensoras de los derechos humanos y denunciantes y otros derechos vulnerados dentro y fuera de sus fronteras. En este sentido, el viejo continente debe oponerse radicalmente a las tendencias y comportamientos autocráticos de muchos estados.
La UE tiene que asegurar una respuesta para el mundo en desarrollo. Como resultado de la pandemia de la Covid-19, millones de personas en algunos de los países más pobres del planeta verán agudizados sus problemas económicos, sociales y de desigualdad, de salud… La UE debe asegurar la ayuda humanitaria, la asistencia médica y el alivio de la deuda, incluyendo la cancelación completa de obligaciones de deuda mantenidas por todos los países empobrecidos.
El mundo pide a gritos el reequilibrio y la reestructuración de las reglas del libre comercio. El actual régimen mundial de comercio e inversión impone altos costes sociales y ambientales a las personas y al planeta. En muchos casos, los gobiernos favorecen el comercio por encima de las normas sociales y ambientales, y obvian la necesidad de regular normas que promuevan y protejan el interés público. Normas para que corporaciones e inversores estén sometidos a reglas vinculantes sobre responsabilidad corporativa, rendición de cuentas y otras obligaciones. No podemos obviar que es urgente controlar, vigilar y establecer la debida diligencia para que las cadenas de suministro de las empresas garanticen el cumplimiento de los derechos humanos. Además, los Estados miembros deben actuar con coherencia y no alimentar las estrategias de militarización de terceros países a través de la transferencia de tecnología, armamento o material de doble uso.
En materia de comercio, pese a la globalización del sistema mundo, es necesario recortar la distancia entre producción y consumo, asegurando y garantizando los mínimos vitales para el conjunto de la población. Un sistema de comercio renovado europeo debe combinar la restauración y relocalización de producciones estratégicas directamente relacionadas con los servicios básicos (alimentación, salud, agua y energía) y la reindustrialización de muchos sectores asegurando la sostenibilidad las cadenas de suministro.