El modelo desbocado de hiperproducción e hiperconsumo de ropa es insostenible. La confección de prendas no para de crecer; los armarios se llenan de ropa y los contenedores de “reciclado” también. La calidad es baja, el consumo cada vez es más compulsivo y menos consciente, dejamos de usar algunas prendas muy rápido y la ropa cada vez dura menos en nuestros armarios y más en los vertederos de medio mundo. El término fast fashion ya se ha quedado obsoleto y ya se habla de ultra fast fashion. Esta nueva evolución de la moda rápida, abanderado por la marca china de moda online SHEIN, obliga a los proveedores a realizar entregas a una velocidad de vértigo, con pedidos hechos en China en un plazo de 3 a 7 días y entregados directamente a clientes de todo el mundo por transporte aéreo. Puede leerse en el informe «Los trapos sucios de SHEIN: Un modelo de negocio basado en las sustancias químicas peligrosas y la destrucción medioambiental«.
El Black Friday es un símbolo de este modelo perverso y que no se puede sostener sin generar un gran impacto ambiental y social en países del Sur Global. Mientras tanto, las grandes marcas de ropa te piden que compres más y más, e intentan que no te sientas mal si desechas tu ropa porque tendrá “una segunda vida”. Lo llaman “economía circular” porque se supone que extiende el ciclo de vida de los productos pero la realidad es que en la mayoría de los casos esa “segunda vida” es arder en un basurero o, en el mejor de los casos, convertirse en trapos. Según los resultados obtenidos hasta el momento, se puede concluir que el viaje que realizan las prendas que se depositan en los contenedores tendrá probablemente un destino fuera de España, principalmente a un país asiático o africano y que para ello recorrerá más de 9000 Km de media: muchos kilómetros y poca economía circular…
#1
Tras un año de investigación, se ha podido documentar el viaje de 23 prendas de las 29 que se colocaron en los contenedores para ropa de diferentes ciudades españolas. Para las otras seis prendas, o bien se ha perdido la señal, o bien no han llegado a salir de las instalaciones de la entidad que se encarga de su gestión. Esto último, también podría indicar que el tracker se ha separado de la prenda.
#2
El 91,3% de las prendas analizadas se han localizado fuera de España, aunque dadas las limitaciones de los dispositivos de seguimiento no se puede certificar para la mayoría su destino y uso final, ya que se pierde la señal con anterioridad. Los dispositivos han documentado la presencia de estas prendas en 11 países diferentes de cuatro continentes distintos: Emiratos Árabes Unidos, Pakistán, Marruecos, India, Egipto, Camerún, Togo, Ghana, Costa de Marfil, Rumania y Chile.
#3
Para llegar a su destino final, las prendas recorren miles de kilómetros, alrededor de 9.000 km de media, saltando de un país a otro, lo que no asegura que vayan a ser reutilizadas dándoles una segunda vida, pero que seguro contribuye a generar más emisiones de CO2 y cambio climático. En total, las 23 prendas han recorrido 205.121 kilómetros, lo que equivale a más de cinco vueltas a la Tierra. La prenda que más kilómetros ha recorrido ha sido un pantalón que desde Madrid viajó 22.532 Km y se detectó por última vez en Costa de Marfil.
#4
El destino final no depende de los contenedores donde se depositen las prendas, tanto si estos son municipales o están localizados en tiendas, ya que comparten las mismas entidades de gestión. Aunque no se ha analizado el funcionamiento de las gestoras de ropa, sí se intuyen algunas diferencias entre ellas relativas al empeño en realizar una gestión más responsable.
#5
Los datos de aduanas estudiados indican que en 2023 se exportaron desde España un total 141.044 toneladas de residuos textiles, de las que 129.705 toneladas lo hicieron catalogados como “ropa usada”, más del 92%. Según datos recopilados por la UE, en España solo se recoge selectivamente el 4% de las prendas, tras ser desechadas.
#6
Los principales destinos de exportación, según los datos de aduanas, son Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Pakistán y países de África Occidental y Central como Camerún, Togo y Ghana, lo que también coincide con los resultados de la investigación.
#7
La calidad de la ropa que se exporta difiere de un país a otro. Siendo por norma general la ropa más cara la que se exporta a países europeos y la más barata la que se exporta a países asiáticos y africanos.
#8
Los resultados de esta investigación muestran un modelo absolutamente insostenible en el que prendas que cuestan cada vez menos y son de peor calidad, tras ser desechadas, viajan miles de kilómetros para buscar una segunda vida que casi nunca llega. Este modelo necesita de países del Sur Global para, primero, producir ropa, y, segundo, gestionar los residuos que generan las prendas que desechamos.
Demanda
Solo una. Es necesario y urgente transitar hacia un cambio de modelo drástico. Uno que reduzca radicalmente la producción y el consumo de ropa. Las soluciones intermedias o moderadas solo van a agravar el problema. Hay que evitar caer en falsas soluciones o parches que retrasen este cambio.
La cantidad de ropa que se produce y consume debe volver, al menos, a los niveles de principio de este siglo, momento en el que se produjo el punto de inflexión y el aumento desbocado de la fabricación y consumo de ropa. La reducción en la cantidad de prendas que se ponen en el mercado debe acompañarse de un aumento de su calidad, durabilidad y reparabilidad. El uso de materiales sintéticos, más contaminantes y peligrosos, tiene que ir disminuyendo al mismo ritmo.
Una gestión efectiva de la ropa usada y los residuos textiles que pueda evitar que estos se conviertan en un problema medioambiental y social es parte de la solución, pero solo una pieza. Por sí solo, tal y como se desprende de esta investigación, la gestión de ropa usada sólo desplaza el problema a miles de kilómetros, donde la capacidad de evitar el impacto medioambiental y social es mucho menor y que perpetúa la mentalidad neocolonialista que subyace tras este modelo impulsado por parte de las marcas de moda y su evasión de responsabilidades.
En este cambio, el sector de la moda debe asumir íntegramente la responsabilidad durante todo el ciclo de vida de los productos textiles (desde la producción de las fibras hasta su gestión final), “ralentizando el flujo” y “cerrando el ciclo” con una apuesta prioritaria de la industria por el reciclaje de las fibras de la ropa ya existente.