¿Qué pasa con nuestras prendas cuando ya no las queremos y las llevamos a un contenedor de ropa? En Greenpeace también nos hacíamos esa pregunta. Por eso, además de analizar el funcionamiento del sector del “reciclaje” textil, en 2023 instalamos dispositivos de geolocalización en 29 prendas de ropa y zapatillas deportivas usadas. El objetivo era hacer un seguimiento exhaustivo y real de su localización. Las prendas (usadas pero en buen estado) fueron depositadas en contenedores de ropa localizados. Algunos estaban en la vía pública; otros en tiendas de las marcas Zara y Mango. Se distribuyeron por 11 ciudades españolas, entre los meses de agosto y septiembre de 2023: A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Castellón, Granada, Madrid, Málaga, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla y Valencia.
La metodología utilizada tiene sus limitaciones ya que, con la idea de darle mayor durabilidad al seguimiento, utilizamos dispositivos de localización sin antena. Estos aparatos de múltiples marcas, y asequibles en cualquier tienda de electrónica, dan señal únicamente cuando otro dispositivo de la misma compañía está cerca. Es decir, que es posible que estos trackers puedan seguir en las prendas, pero no se conozca su ubicación hasta que no logren conectar con otro aparato que nos envíe la señal. Aun con todo, los resultados son muy esclarecedores.
Resultados de la investigación: ¿dónde va la ropa que metemos en los contenedores?
Pocos meses después lanzar el proyecto, ya vimos que lo de la segunda vida para las prendas se limitaba a excepciones. Ahora, más de un año después y con más información, hemos comprobado que el modelo de usar y tirar es una bomba de relojería medioambiental que también esconde implicaciones sociales.
Qué nos cuentan los trackers
Después de más de un año de investigación, hemos podido seguir la pista de 23 de las 29 prendas más allá de la primera entidad de “gestión” a la que llegan tras dejarlas en el contenedor. De las otras seis prendas, o bien los dispositivos siguen localizados en el primer centro al que llegaron o se les perdió la pista antes de salir a otro destino. En cualquier caso, consideramos como muy significativos y válidos los resultados obtenidos gracias a estos 23 dispositivos, ya que nos permiten hacer un buen análisis de los destinos y distancias recorridas.
Para el cálculo de los recorridos realizados por las prendas hemos utilizado herramientas de planificación de rutas para desplazamientos por carretera1, y de cálculo de distancias2 de las rutas de transporte marítimo mundial.
De las 23 prendas, solo dos han acabado en España: una en un vertedero de Almería y otra en una planta de tratamiento de residuos de Fuenlabrada (Madrid). Las otras 21 han salido de España y se han localizado en 11 países diferentes de cuatro continentes distintos.
En total, las 23 prendas de ropa han recorrido 205.121 kilómetros, lo que significa que si sumamos el recorrido de todas ellas se podrían dar más de cinco vueltas a la Tierra. De media, cada prenda ha recorrido más de 8.917 km y si nos limitamos a las que han salido de España, el 91% de ellas, la cifra asciende a 9.711 km.
La prenda a la que hemos podido documentar más kilómetros recorridos es un pantalón. Se depositó en una tienda de ropa de Madrid y viajó 22.532 kilómetros. Pasó por Emiratos Árabes Unidos y llegó a Abiyán, en Costa de Marfil. Allí se le perdió la pista en una parada de gbakas, que es como se denomina a los minibuses informales para el transporte comunitario a diferentes puntos del país.
Principales conclusiones sobre las rutas y los destinos de las prendas
DESTINO EUROPA
La ropa más valiosa
Las posibilidades de que la ropa depositada en los contenedores acabe en Europa es escasa. De hecho, solo una ha terminado dentro de la UE. Se trataba de una chaqueta vaquera que, a las pocas semanas de salir desde el puerto de Algeciras, llegó Bulgaria y desde allí a Tulcea (Rumanía). Según nuestro análisis, la prenda fue adquirida en una tienda de ropa de segunda mano. Por motivos de privacidad, finalizamos el seguimiento de este dispositivo.
DESTINO ASIA
Emiratos Árabes Unidos y Pakistán, dos centros neurálgicos globales del comercio internacional de residuos textiles
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA por sus siglas en inglés), en 2019, el 41 % de los textiles usados que se exportaron terminaron en Asia, que es, paradójicamente, la región del mundo donde más ropa nueva se fabrica. La mayoría de los textiles usados que llegan a este continente lo hacen a lugares ubicados en zonas francas cercanas a puertos o aeropuertos. Allí se clasifican y procesan. Posteriormente, se reexportan a países africanos en grandes paquetes al peso o se envían a otros países asiáticos, donde potencialmente pueden convertirse en trapos o rellenos industriales, o simplemente ser desechados en vertederos o incinerados por escaso valor.
Siete prendas han llegado a Emiratos Árabes Unidos (EAU). Cinco de ellas se encontraron en la zona franca de Hamriyah, en la ciudad de Sharjah, cercana a Dubái, que es una zona económica especial en la que se pueden encontrar varias empresas dedicadas a la compra-venta (importación-exportación) de ropa usada y residuos textiles. Los otros dos dispositivos se encontraron en la zona franca del aeropuerto internacional de Sharjah, donde también hay varias empresas de compra-venta de ropa usada. De las siete prendas que se han detectado en EAU, cuatro se volvieron a detectar tiempo después en otros países: Egipto, Costa de Marfil y dos en India, lo que indica que Emiratos es solo un lugar de paso, no un destino final.
Hay cinco prendas que se han localizado en Pakistán. Dos de ellas en la Zona de Procesamiento de Exportaciones de Karachi (KEPZ, por sus siglas en inglés); otras tres, en un área de almacenes de residuos textiles a la orilla del contaminado río Lyari. De las cinco prendas, tres viajaron posteriormente por el interior de Pakistán. Dos de ellas hasta Lahore, donde existe un creciente negocio de reciclado de algodón y poliéster. La otra ha sido detectada por última vez en la localidad de Sanghar, provincia de Sindh. Un reciente seminario promovido por, entre otros, Naciones Unidas sobre la “circularidad y comercio de textiles usados en Pakistán”, destacaba la relevancia que está adquiriendo este país en la importación de desechos textiles desde la UE. Llama la atención sobre la necesidad de avanzar en protección medioambiental: “reforzando los marcos normativos, podemos garantizar que la gestión de los textiles posconsumo no solo beneficie a la economía, sino que también respalde los objetivos medioambientales y sociales.”
Tres prendas han llegado a India, dos de ellas, como mencionamos, tras pasar por EAU. Las tres han dado la última señal en Panipat, en el Estado de Haryana, donde se localiza una zona industrial dedicada al reciclado de residuos textiles y que, de hecho, se la conoce como «capital del desecho» por ser «el centro mundial del reciclaje textil«.
DESTINO ÁFRICA
Tu ropa usada inunda el continente y afecta a la población local
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA), en 2019, el 46 % de los textiles desechados en Europa terminaron en África. Principalmente se intenta que puedan ser reutilizados, ya que existe una demanda de ropa usada y barata procedente de Europa. Las prendas que no se venden (según el informe, se estima en un 40 %), terminan en su mayoría en vertederos, desechadas en el entorno o quemadas a cielo abierto. Además, varios países africanos han estado considerando limitar las importaciones de textiles usados como una forma de proteger y fortalecer la producción textil local. Esto evidencia que las importaciones no solo dañan el medioambiente, sino que pueden tener un impacto social negativo en términos de desarrollo económico.
Una de las prendas que hemos seguido ha sido detectada en Egipto, primero en Giza, cerca de El Cairo, y posteriormente en la ciudad costera de Alejandría, a 200 Km. Antes de llegar a este país en octubre de 2023, se detectó esta misma prenda en Emiratos Árabes Unidos, en las mencionadas instalaciones del aeropuerto internacional de Sharjah, una muestra más que ilustra cómo este estado se ha convertido también en un centro neurálgico del comercio internacional de ropa usada.
Marruecos es otro de los destinos de la ropa usada que se desecha y exporta desde España. En este país hemos encontrado dos de los dispositivos, que han cruzado el Estrecho en barco desde Algeciras al puerto Tanger Med.
Con todo, lo más destacado son las exportaciones a los países de la costa occidental africana. En total, cinco dispositivos han llegado a países de África occidental y central. Dos de ellos han sido localizados en Togo, en la ciudad portuaria de Lomé. Uno terminó en el mercado de Hédzranawoé, donde son habituales los puestos de ropa de segunda mano, a la que llaman abloni o sogava, que significa «trae tu dinero» o «paga lo que tengas» por su bajo precio. El otro, tras pasar por varios mercados se le perdió la pista en el mercado de Denu, en Ghana, tras llegar a esta localidad fronteriza desde Togo.
Otros dos dispositivos dieron señal en Duala, Camerún. Uno de ellos desaparece cerca de esta ciudad, en el pequeño municipio de Edea y el otro viaja más lejos hasta Maroua, pasando por Yaundé, y se le pierde la pista en un mercadillo de este municipio en el extremo norte de Camerún. A pesar de que las importaciones de ropa usada se han reducido en Camerún en los últimos años, actualmente la producción textil local es tan solo el 5%, algo que pretende solucionar su estrategia nacional de desarrollo en esta década.
El dispositivo para el que hemos podido documentar el viaje más largo, es el que se colocó en un pantalón beige, depositado en una tienda de Zara en Madrid y que llegó a detectarse en Abiyán, en Costa de Marfil. Para llegar hasta aquí, esta prenda pasó por Emiratos Árabes Unidos y recorrió más de 22.000 kilómetros, durante 215 días, antes de que se le perdiera la pista en una gasolinera al norte de la ciudad donde estacionan los gbakas, que es como se denomina a los minibuses informales para el transporte comunitario a diferentes puntos del país.
Las ingentes cantidades de ropa usada que llega a estos países africanos, desestabiliza el negocio local de ropa nueva y desborda los mercados dedicados a la ropa de segunda mano.
DESTINO AMÉRICA
Un viaje demasiado largo para la ropa usada europea
América no es un destino habitual de la ropa usada y residuos textiles que se generan en la UE. De hecho, únicamente dos países, República Dominicana y Chile, reciben más de 500 toneladas anuales de ropa usada desde España. En nuestro estudio, solo uno de los dispositivos ha aparecido en este continente, concretamente en Santiago, Chile, en la sucursal de una entidad de gestión de ropa usada española, a más de 10.000 Km del contenedor donde se depositó. Este país cuenta con un grandísimo caso que ha generado revuelo mundial dada su gravedad. Montañas de ropa usada se acumulan por el desierto de Atacama, que lo han convertido en un enorme basurero de residuos textiles y que muchas veces se queman a cielo abierto para tratar de “borrar” su huella.
Sigue la ropa usada en tiempo real
En el siguiente mapa podrás seguir la evolución futura y en tiempo real de todos los dispositivos:
Trackers
- Para el cálculo de las distancias por carretera para el transporte en camión, hemos utilizado GraphHopper que es un motor de enrutamiento de código abierto para OpenStreetMap. ↩︎
- Para el cálculo de las rutas marítimas, hemos usado la herramienta Distance &Time de SeaRates que basa sus cálculos en datos históricos de las rutas de transporte de carga de las navieras. ↩︎