Una propuesta transformadora de Greenpeace para reponernos de los estragos de la Covid-19 y afrontar mejor la crisis ecológica.
La situación en la que nos ha puesto la pandemia de COVID-19 ha mostrado la fragilidad del ser humano y nos ha obligado a repensar todo, a adaptarnos a una situación que difícilmente habíamos podido imaginar. Cada vez hay más evidencias científicas que apuntan a la estrecha relación entre la salud del planeta y la humana, y esto hace que sea imprescindible repensar el modelo en el que hemos vivido, que salgamos fortalecidos de esta dolorosa crisis y que demos la vuelta al sistema, replanteándonos todas las prácticas, especialmente las económicas, que definen la presencia humana en este planeta.
Las prioridades están, por tanto, claras: transformar la economía para que vaya de la mano de la vida y la salud del planeta. Y no parece que la receta que hemos aplicado, donde el mercado marcaba todas las políticas, sea la solución. La transformación que vamos a emprender no puede dejar ni a las personas ni al planeta de lado. Hay que aprender de los errores cometidos en la salida de la crisis de 2008, donde sufrimos recortes en políticas sociales y ambientales; el hachazo a las energías renovables y el aplazamiento de la transición energética; la desprotección del territorio y destrucción de la biodiversidad; la mala gestión de los recursos hídricos; las ruinosas infraestructuras de transporte sin justificación económica ni social; la marginación del mundo rural; el rescate millonario a las entidades financieras paralelo al olvido de las personas, y la aprobación de las leyes represoras como respuesta a la contestación social.
Repensar cómo lo hemos hecho hasta ahora y darle la vuelta al sistema, a la energía, a la movilidad, al consumo, a la alimentación, a la economía… nos permitirá reforzarnos. Con esa idea hemos formulado esta propuesta de Greenpeace frente a la crisis, un verdadero Green New Deal que aborde reformas de importante calado que estabilicen la economía, impidan la pérdida masiva de empleos, el incremento de las desigualdades sociales y de la pobreza y supongan un firme impulso para luchar contra la emergencia climática y de pérdida de biodiversidad. También incluimos aspectos referentes a la calidad democrática, más importante ahora que nunca, como eje vital para articular nuestra sociedad. Y para ello es también imprescindible incluir la solidaridad, los derechos humanos y el multilateralismo, sin ellos, no habrá una respuesta global.