El gas “natural” lo han vendido durante años como barato, limpio y disponible. Pero, en realidad, es un combustible fósil que causa guerras, pobreza energética y crisis climática, igual que el petróleo y el carbón.
El problema
El mal llamado gas «natural» es fundamentalmente metano. El metano es un potente gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global a los 20 años 84 veces superior al del CO2. El viaje desde que se extrae de la corteza terrestre hasta que se quema en calderas y centrales es muy largo y complejo. En su proceso de extracción y transporte consume mucha energía y siempre hay filtraciones y fugas de metano. Su impacto global sobre el clima es la suma de las emisiones ligadas al consumo energético de la cadena de valor, más la suma de todas las fugas, más las emisiones ligadas a su quema final. En definitiva, tras su llama azul hay un negocio mucho más sucio de lo que parece.
En España somos bastante dependientes del gas, ya que supone en torno al 25% de la energía total que se consume. Es decir, de toda actividad que necesita energía (iluminación, transporte, calefacción, industrias, etc) una cuarta parte emplea gas. Nuestra dependencia actual no es casual, sino fruto de intereses económicos que, entrelazados con políticas energéticas afines, han “gasificado” nuestra sociedad. Actualmente hay casi 8 millones de hogares que dependen del gas para cocinar y calentarse. Además, el 80% de este se usa en la industria o para generar electricidad.
Guerra y Gas
La relación del gas y el resto de los combustibles fósiles con la guerra de Ucrania es innegable. Sin ser un conflicto por el control directo de estas fuentes de energía sucia, lo cierto es que su compra-venta está financiando la guerra. Rusia es la mayor fuente de importaciones de combustibles fósiles de la Unión Europea. Europa gasta hasta 285 millones de euros al día solo en petróleo ruso. España depende de casi el 10% de importaciones de gas y un 4% de petróleo de Rusia.
Con el contexto actual de conflicto en Ucrania y de altos precios de la energía nos hemos dado cuenta como sociedad de lo dependientes que somos del gas. Sin embargo cuando desde la EU o el Gobierno se lanzan planes para dejar depender de la energía fósil rusa (REPowerEU o el plan de ahorro europeo) en lugar de dar un giro inmediato a su política energética hacia un sistema 100% renovable, proponen medidas de ahorro temporales y casi cosméticas o pretenden buscan más gas en otras democracias dudosas como Nigeria, Qatar o Azerbayán. Por todo ello, si no presionamos desde la sociedad civil, no se espera que el consumo disminuya sino que aumente, sobre todo si sigue adelante la presión de los lobbies gasistas vendiéndonos falsas soluciones (como el hidrógeno verde mezclado con gas o blending) donde siempre el gas está detrás.
La solución
La realidad es que el gas fósil será más caro que las energías renovables en el futuro; de hecho, ya lo es para la generación de electricidad. Invertir ahora en nuevas infraestructuras de gas fósil dificultará el cambio a las alternativas cada vez más rentables de las soluciones energéticas limpias y, por tanto, aumentará los costes futuros del sistema energético.
Para evitar que sigamos encerrados en nuestra dependencia de los combustibles fósiles, tenemos que seguir el camino de la transición energética limpia invirtiendo directamente en energías renovables. Estas son nuestras demandas:
Medidas a corto plazo
- Detener las nuevas inversiones en gas fósil. Es preciso detener las grandes infraestructuras como la reapertura de la planta de El Musel en Asturias o el gasoducto Midcat que unirá Cataluña con Francia. Pero también la extensión de redes de distribución de gas en nuevos municipios o la construcción de estaciones de carga de vehículos o barcos a gas.
- Acabar con todas las subvenciones al gas. La decisión de EU de considerar el gas y la nuclear como energías verdes para favorecer las inversiones privadas en infraestructura no es más que la punta del iceberg de una tupida red de facilidades, ayudas públicas y subvenciones a industrias y hogares para construir o renovar plantas de cogeneración industrial, renovar calderas domésticas o comprar y/o usar vehículos a gas.
- Dejar de emplear combustibles fósiles rusos (para empezar). Para abandonar el gas ruso (y de cualquier otro lado) en Greenpeace proponemos medidas de ahorro energético más ambiciosas y acelerar de verdad la transición energética hacia un sistema energético racional, eficiente y basado en las energías renovables.
- Prohibir la publicidad y patrocinios de combustibles fósiles en la UE. El oligopolio energético gasista ha generado una imagen de sostenibilidad y de alternativa baja en carbono alrededor del gas, no en vano lo llama “Natural”, por lo que goza de una mayor aceptación social que otros combustibles. Necesitamos prohibir su publicidad y sus patrocinios engañosos. Hemos lanzado una iniciativa ciudadana europea para pedirle al parlamento europeo que la prohíba.
Firma y exige el fin de los combustibles fósiles que financian guerras
Medidas a medio y largo plazo
- Dejar de quemar gas para producir energía eléctrica en 2030. En 2021, casi el 24,4 % del gas se quemó para producir energía eléctrica en las 67 centrales de ciclo combinado que hay operativas en nuestro país. Es necesaria una hoja de ruta para el desmantelamiento progresivo de estas centrales en función de su edad y su viabilidad en el sistema eléctrico. Los cierres han de ir en paralelo con el despliegue de un sistema 100% renovable, eficiente, inteligente y participado por la gente y programas de transición justa para sus trabajadores y trabajadoras. En Greenpeace demostramos que un sistema eléctrico 100% renovable es posible en el estudio Energía 3.0.
- Dejar de quemar gas en nuestros hogares y edificios en 2035. En torno al 13,6% del gas se emplea para cocinar y para calor residencial y comercial en una vasta red de 7.967.000 conexiones en unos 1.800 municipios. Necesitamos un plan para descarbonizar completamente nuestros hogares. Un plan que incluya medidas de calefacción renovable, aislamiento y autoconsumo pues la forma de energía más limpia y barata es la que no usamos o la que se produce en los tejados. La hoja de ruta ha de priorizar a los consumidores vulnerables y/o sin vivienda propia. En Greenpeace en el estudio Energía 3.0 demostramos que se puede calentar y climatizar todos los edificios con sistemas 100% renovables.
- Dejar de quemar gas para procesos industriales en 2040. El gas se introdujo en España como combustible industrial, no en vano el 61% del gas se quemó para producir calor y electricidad en instalaciones industriales en 2021. En España existen más de 2.400 grandes usuarios industriales con más de 600 plantas de cogeneración que producen calor y energía eléctrica. La descarbonización de procesos industriales es compleja y diversa pero es necesario acometer con una combinación de eficiencia, electrificación y selección de procesos segunda cada sector industrial. En Greenpeace en el estudio Energía 3.0 también demostramos que puede existir una industria 100% renovable.
Qué está haciendo Greenpeace
En Greenpeace llevamos 50 años alertando sobre las consecuencias del cambio climático, denunciando a los responsables y, sobre todo, aportando soluciones. Para evitar los peores impactos de esta crisis tenemos que contar con un sistema energético 100% renovable, eficiente, inteligente y en manos de la gente, algo que ya hemos demostrado que es posible conseguir.
Por este motivo, presionamos a gobiernos y empresas para evitar que el negocio de los combustibles fósiles acabe por destruir el planeta. Basta ya de mentiras, basta ya de greenwashing, pongamos fin al poder fósil.
Qué puedes hacer tú
¡Firma la petición! No podemos permitir que los responsables de la crisis climática blanqueen su tóxica actividad con patrocinios y anuncios. Firma y pide que se prohíba la publicidad de combustibles fósiles. Por la paz, por el clima y para proteger toda la vida en la Tierra.
¡Actúa con tu consumo! Producir, consumir, almacenar e, incluso, vender tu propia energía renovable es posible. Descubre las alternativas de energía ciudadana contra el cambio climático.
¡Súmate a Greenpeace! Sé parte de nuestra organización para exigir el freno urgente a los combustibles fósiles, entre ellos el gas.